sábado, 23 de julio de 2016

Sin título.


I.

Fuera de los locales comerciales montan juegos para niños.

Toboganes inflables, camas elásticas y otros de ese estilo.

Yo observo la cama elástica.

Así, tras varios minutos viendo saltar a los niños me fijo en algunas cosas:

1. Ningún niño cumplió el tiempo máximo en las camas individuales.

2. Los niños establecen una secuencia de salto que no se atreven a innovar luego del tercer minuto.

3. Varios padres parecen decepcionados de los saltos de sus hijos y algunos hasta los critican por su desempeño.

Y claro, si bien observo otras cosas, esos son los aspectos que me llaman la atención.


II.

Horas después estoy en casa.

Intento escribir algunas cosas.

Tras otras horas dejo tres textos inconclusos que me detengo a observar.

Así tras varias lecturas a esos textos intento concluir algunas cosas:

1. Intentando ser honesto me he vuelto deshonesto.

2. El mayor error está en el lugar de nacimiento de lo escrito.

3. Un texto no debe ser una forma de soporte o resistencia.


III.

Desde hace años me puse una fecha para abandonar mi trabajo y lanzarme a escribir “en serio”.

A medida que se acerca esa fecha, han surgido una serie de problemas que imposibilitan que ese abandono sea total o pueda ser realizado en las condiciones que proyecté.

Sin embargo, el mayor problema no es ese, sino que tengo miedo de lo que pueden revelar mis propios sentimientos.

Siento que al igual que los osos, que expulsan un tapón intestinal al salir de la hibernación, debo arrojar una especie de tapón espiritual, prontamente, y eso me asusta.

Me asusta porque la fragilidad que me es propia debe regresar, y no sé si estoy en condiciones de vivir de esa forma.

Me asusta por mí y por los otros, en definitiva, y porque sé que es una labor que me requiere por completo y no está todo en mis manos.

Quiero lluvia, quiero árboles y quiero vivir mi propia fiebre, pues esa es la forma en que me siento vivo.

No poder hacerlo, por razones necesarias, me obligan a retener mis emociones y cada día siento que eso hace más daño.

Me siento egoísta al hablar así de mí, pero supongo que es una explicación que debía.

Esto, ya que de verdad este blog surgió como un deseo de entregar algo con amor.

Está gastada la palabra y suena cursi, pero lo cierto es que no hay otra.

No hay otra, pero lo cierto es que observo que esto se está convirtiendo en una especie de cama elástica, donde vengo a realizar un ejercicio.

Un ejercicio constante y con buenas intenciones, es cierto, pero un ejercicio al fin y al cabo.

Estoy cansado y amargo y no sé cómo, pero no puede transformarse en eso.

Y es que el corazón no es un músculo, como algunos dicen.

El corazón no es un músculo.

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