sábado, 25 de diciembre de 2010

Desconstrucción de H, o Un hombre necesita una mujer de vez en cuando.

.
I.

H no recuerda por qué vive ahí.
Pero le agrada.

Lo suficiente al menos
como para no quejarse,
de estar ahí.

Es decir,
H no se disgusta de vivir
en ese sitio en el que vive.

Además están los muebles,
y las cosas,
y hasta pronto tendrá un piano,
piensa H.

Así que
¿para qué darle vueltas a las razones
que tenemos para estar en algún sitio?

H entonces mide el lugar
dando pasos,
pero las cosas acortan los pasos,
y se adueñan del lugar.

H es relegado por tanto,
a un extremo de aquel sitio.

Quizá si cambiase el orden de las cosas,
piensa H.
Pero no termina sus ideas.

Luego abre una cerveza
y busca una ventana.

Entonces,
a través del vidrio,
H ve a un grupo de personas
que avanzan por la calle.

Quizá ellos sepan algo
que yo no sé,
piensa H,
mientras acaricia el vidrio
justo en el lugar
por donde ve pasar la gente.

H es un buen tipo.


II.

H no recuerda por qué vive.
Pero no sabe si es correcto,
plantearse este tipo de preguntas.

No sé vive así,
-le dijeron una vez-,
preguntando cada cosa.

Y H entonces dejó de preguntar.

Y dejó también que las cosas
fuesen tomando su propio orden.

Creció musgo en las paredes,
se juntaron las botellas,
y una gata entró y tuvo crías
justo al lado de su cama.

Y claro,
además está el asunto ese,
del amor,
o el sexo,
o como se llame,
y H creyó que todo se reducía
a que un hombre necesita una mujer
de vez en cuando.


III.

H no sabe por qué.

Es decir,
sabe que no sabe por qué,
pero al final
es lo mismo.

Todo se reduce
a aceptar lo que nos dan,
lo que venga,
los no motivos.

Quizá por eso acepta
para el año que comienza
un total de 57 horas semanales
de trabajo.

Además,
piensa H,
argumentos sobran,
para esto.

Lo que falta,
sin embargo,
-y esto no lo piensa H-,
es una tesis.


IV.

H no sabe por.
Aunque nos suene extraño.

No sabe por,
porque ha intentado acostumbrarse
a esto de no terminar
las preguntas que no tienen respuesta.

Y es que H quería
compararse consigo mismo,
pero esto,
comprendió,
era hacer trampa.

El mundo además
no era eso,
ni la vida,
ni nada.

Nuestras medidas
y nuestros sentimientos,
pensó H,
sólo son eso: es decir,
son nuestros.

Entonces H
comenzó a guardar silencio.


V.

H no sabe.

Se equivoca en todo.

Pone mal los tildes
y acentúa la sensación equivocada.

Le echa sal al té
y azúcar al tomate.

Se acerca a los desconocidos
y rehúye a quienes ama.

H no sabe.

Perdió el amuleto,
la brújula
y el mapa.

Y es por eso,
que H se equivoca en todo.

H debiese estarse quieto
y dejar de hablar
y hacer preguntas.


VI.

H no.
No a H.

Es un buen tipo,
pero no.

Mejor que quede ahí,
o que se apague
como un fósforo.

Suéltenlo, de hecho,
si no quieren quemarse los dedos.

Neguemos a H.

No lo escuchemos.

No lo necesitamos.

Démosle 57 horas de trabajo,
o 60,
o 70 semanales.

Dejémoslo solo.

No lo miremos cuando pase.

Que piense…
que se dé cuenta que él no,
que H no.

Que se le doblen las piernas
y el espíritu.


VII.

H.

Sólo eso:
H.

No necesita más
para existir.

Que nada necesite.
Que nadie lo necesite.

Signo mudo.

Ni siquiera una mujer:
una soga.

Tachemos sus palabras,
su dolor,
su silencio.

Pintemos de blanco sus ventanas,
violemos a las mujeres
de sus sueños.

Apaguémosle el faro.

Huyamos de él.

Dejémoslo en paz.
.

3 comentarios:

  1. Quizá es la navidad y las películas con nieve y milagros; Quizá uno comienza a soñar con milagros... Y nos damos cuenta que somos "H" (yo sería otro tipo de H)

    Supongo que las mujeres también necesitan de los hombre de vez en cuando; Y creo que suena mejor amor que sexo; sospecho que si el sexo se vuelve deporte se va vaciando el alma... en fin, yo no logro terminar mis ideas.

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  2. H no sabe que ese signo mudo es más que uno ruidoso
    H no sabe que tiene una "cosa-algo" especial, desde el momento en que ves aparecer sólo una H en la pantalla y cuando reconoce que acentúa en la sensación equivocada H está nublando todas las veces en que llega a la sensación, casi a la grieta que no hay que hurguetear, emerge esa "cosa-algo" especial, que sólo ve H, mudo, y aun así resulta agradable que reconozca que acentúa en la sensación equivocada
    y echarle sal al té... impecable, el azúcar es demasiado clásico, algunos simplemente no le echamos azúcar
    lo diferente generalmente produce repulsión, lo que no quiere decir que sea malo.

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  3. Me gustó particularmente el punto VI

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