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Bajo mi rol de profesor de lenguaje, y atento a reparar las constantes incorrecciones lingüísticas que abundan en nuestro ejercicio comunicacional verbal, entrego acá una pequeña secuencia de situaciones donde el código lingüístico se ha distanciado notablemente de la norma establecida, a perjuicio, claro está, de nuestro preciado idioma.
De la misma forma, junto a cada situación, propongo una alternativa lingüística correcta, que puede usted aceptar o rechazar según estime conveniente, a partir de lo que dictamine su instinto, o su conciencia.
Situación 1:
Supongamos que se encuentra usted enfrascado(a) en una discusión donde se ha agregado, de improviso, el ingrediente político. Entonces alguien le pregunta a usted sobre su posición al respecto.
Pues bien, no diga usted “soy de derecha” ni “de derechas”, diga simplemente “soy ahueonao, o ahueoná, y desconozco lo suficiente la historia y estoy tan lejos de apreciar lo valioso que está al interior de cada ser humano que apruebo y respaldo un sistema donde nada de todo aquello que puede llegar a ser realmente valioso y verdadero, tiene cabida”.
Esta misma frase –que le recomendamos anotarla o memorizarla para su correcta ejecución- es válida también si su posición lo lleva a decir “soy de izquierda” o “de centro”, aunque su uso se hace aún más necesario en el primer caso.
Situación 2:
Supongamos ahora que usted se encuentra… como decirlo… poseído(a) de un deseo sexual irreprimible, y quiere satisfacerlo de alguna forma con otro a quien debe expresarle lingüísticamente dicho deseo.
En este caso, no utilice usted el verbo “culear” o “follar”, ni mucho menos el eufemismo “hacer el amor”. Hable mejor de un rito mortuorio, o de la fosa común… maneje usted la imagen de apilar cuerpos unos contra otros en espacios reducidos y ya verá como la comunicación fluye de una manera más clara, y transparente.
Recuerde que la honestidad es siempre la puerta de acceso al placer verdadero, o, en el peor de los casos, a la ilusión menos abstracta de todas.
Situación 3.
Imaginemos ahora que por una serie de razones -o por una razón única lo suficientemente importante como para servir de base por si sola-, termina usted por sentir “buenos deseos” hacia una persona.
Pues bien, en este caso, no diga usted: “Te deseo una buena vida”, sino que vaya un paso más adelante y, martillo en mano, dígale “te deseo una vida corta”, y golpéelo fuertemente en la cabeza con el ya mencionado martillo.
Por último, si el golpe no le dio de lleno, asegúrese de repetirlo hasta que todo se haya consumado, y sus palabras –porque de eso se trata el lenguaje a fin de cuentas- hayan sido el molde para la realidad a las que ellas dieron forma.
Otras situaciones / Conclusión:
No crea nada de lo que le han dicho sobre el lenguaje hasta ahora. Nada es cierto respecto al significado que transportan las palabras. Las palabras son débiles y huecas y hasta carecen de músculo como para transportar nada.
Desconfíe sobre todo de aquellas que se reúnen y se repiten constantemente. Nada es cierto sobre el uso del “por favor” y el “gracias”, ni los saludos con fórmulas hechas, ni las frases de amor, ni mucho menos de aquellas que utilizamos para –supuestamente- describir recuerdos.
Y es que ningún recuerdo es transmisible sin caer en la mentira y en el autoengaño. Ni siquiera los más triviales.
Meta usted mejor una bomba molotov en el culo del señor Lenguaje –atentos que dije señor leguaje y no señor de lenguaje-, cálcese los zapatos con punta de metal que están olvidados al fondo del patio, y golpéelo fuertemente hasta que sienta el sonido de una explosión y lo vea desintegrarse frente a sus ojos.
Por último, al abandonar esta entrada, no diga usted “este es un blog de mierda”, sino que piense mejor que usted no tiene acceso a la genialidad, y no ha comprendido la forma exacta de interpretar lo que aquí se dice…
Aunque… pensándolo con mayor claridad… usted mejor ¡no diga nada! ¡No hable ni una hueá!
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De la misma forma, junto a cada situación, propongo una alternativa lingüística correcta, que puede usted aceptar o rechazar según estime conveniente, a partir de lo que dictamine su instinto, o su conciencia.
Situación 1:
Supongamos que se encuentra usted enfrascado(a) en una discusión donde se ha agregado, de improviso, el ingrediente político. Entonces alguien le pregunta a usted sobre su posición al respecto.
Pues bien, no diga usted “soy de derecha” ni “de derechas”, diga simplemente “soy ahueonao, o ahueoná, y desconozco lo suficiente la historia y estoy tan lejos de apreciar lo valioso que está al interior de cada ser humano que apruebo y respaldo un sistema donde nada de todo aquello que puede llegar a ser realmente valioso y verdadero, tiene cabida”.
Esta misma frase –que le recomendamos anotarla o memorizarla para su correcta ejecución- es válida también si su posición lo lleva a decir “soy de izquierda” o “de centro”, aunque su uso se hace aún más necesario en el primer caso.
Situación 2:
Supongamos ahora que usted se encuentra… como decirlo… poseído(a) de un deseo sexual irreprimible, y quiere satisfacerlo de alguna forma con otro a quien debe expresarle lingüísticamente dicho deseo.
En este caso, no utilice usted el verbo “culear” o “follar”, ni mucho menos el eufemismo “hacer el amor”. Hable mejor de un rito mortuorio, o de la fosa común… maneje usted la imagen de apilar cuerpos unos contra otros en espacios reducidos y ya verá como la comunicación fluye de una manera más clara, y transparente.
Recuerde que la honestidad es siempre la puerta de acceso al placer verdadero, o, en el peor de los casos, a la ilusión menos abstracta de todas.
Situación 3.
Imaginemos ahora que por una serie de razones -o por una razón única lo suficientemente importante como para servir de base por si sola-, termina usted por sentir “buenos deseos” hacia una persona.
Pues bien, en este caso, no diga usted: “Te deseo una buena vida”, sino que vaya un paso más adelante y, martillo en mano, dígale “te deseo una vida corta”, y golpéelo fuertemente en la cabeza con el ya mencionado martillo.
Por último, si el golpe no le dio de lleno, asegúrese de repetirlo hasta que todo se haya consumado, y sus palabras –porque de eso se trata el lenguaje a fin de cuentas- hayan sido el molde para la realidad a las que ellas dieron forma.
Otras situaciones / Conclusión:
No crea nada de lo que le han dicho sobre el lenguaje hasta ahora. Nada es cierto respecto al significado que transportan las palabras. Las palabras son débiles y huecas y hasta carecen de músculo como para transportar nada.
Desconfíe sobre todo de aquellas que se reúnen y se repiten constantemente. Nada es cierto sobre el uso del “por favor” y el “gracias”, ni los saludos con fórmulas hechas, ni las frases de amor, ni mucho menos de aquellas que utilizamos para –supuestamente- describir recuerdos.
Y es que ningún recuerdo es transmisible sin caer en la mentira y en el autoengaño. Ni siquiera los más triviales.
Meta usted mejor una bomba molotov en el culo del señor Lenguaje –atentos que dije señor leguaje y no señor de lenguaje-, cálcese los zapatos con punta de metal que están olvidados al fondo del patio, y golpéelo fuertemente hasta que sienta el sonido de una explosión y lo vea desintegrarse frente a sus ojos.
Por último, al abandonar esta entrada, no diga usted “este es un blog de mierda”, sino que piense mejor que usted no tiene acceso a la genialidad, y no ha comprendido la forma exacta de interpretar lo que aquí se dice…
Aunque… pensándolo con mayor claridad… usted mejor ¡no diga nada! ¡No hable ni una hueá!
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Ahórrese problemas y malentendidos. Deje a los seres, a las cosas y a las sensaciones –sobre todo a las sensaciones-, dar vueltas por ahí y no las contamine.
Además, recuerde aquello que se dice en el libro del Tao:
Además, recuerde aquello que se dice en el libro del Tao:
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“En ser escasamente entendido,
estriba el valor.”
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Y muérdase la lengua hasta que se reúnan, sin intermediario alguno, sus dos hileras de dientes.
Al comienzo, cuando vi la foto de ese señor dije "ay, otro más que lo idolatra", pero después de leer todo el post no puedo dejar de decir que tienes mucho más que la razón.
ResponderEliminarNo sé quién eres ni como llegaste a mi blog tan deconocido para el mundo entero, pero déjame decirte que una de las cosas que más me llamó la atención fue tu mail que hace preguntarse "Este gallo, ¿realmente no leerá nada?"
Saludos, colega.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar;) ok, profesores reivindicados
ResponderEliminarPD: aunque la palabra reivindicar si la digo mas de dos veces y la analizo repetida y friamente, me suena a "nada" y después de un rato me digo "estara bien dicha?",bueno en fin este es un comentario basurita asique dirige tus ojos al mensaje y no al posdata ^^...
atte
Ella
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
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