*
No soy yo.
Es alguien, más bien, que no soy.
Alguien al que olvido, probablemente, aunque luego ya ni sé que lo olvido.
Y asusta eso, a veces, pensar que olvidamos algo que era importante.
Que éramos nosotros, quiero decir, antes de ser lo que ahora somos.
Eso asusta, sin duda.
*
Voy por el camino.
Para mí es nuevo, por supuesto, porque no sé.
Así, mientras lo recorro, envidio a aquellos que pasan junto a mí, y parecen recordar todo.
Probablemente, me digo, si encontrase el cadáver del que fui, en medio del camino, no sabría que el cadáver era mío.
Cantan unas ranas, a lo lejos.
Para nadie.
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Miento.
No de gusto, sino porque no sé.
Por ejemplo con las ranas, cuando digo que cantan para nadie.
Por eso, una vez, me acusaron de mentir.
No entendieron que olvido simplemente y pensaron que fingía.
De hecho, no sé realmente si me acusaron de mentir.
Ni siquiera sé si me dolió aquella acusación.
Por eso digo que es injusto.
*
Nombres.
A veces algo se ilumina cuando escucho nombres.
No sé si fueron míos o de otros, esos nombres.
Algunos, incluso, me emocionan.
Y claro, eso me sorprende.
Descubrir que puedo emocionarme, me refiero.
Ahora bien, ¿cómo sé yo que olvidé algo?
Pues así, justamente.
Creo recordar, que lo expliqué.