lunes, 21 de julio de 2025

El mundo espera.


I.

-El mundo espera –me dijo.

-¿El mundo es pera? –pregunté.

-No, el mundo espera, de esperar –me contestó.

Lo procesé un par de segundos.

-Entiendo –dije entonces.

-Ahueonao –comentó.


II.

Pasados unos minutos, intenté retomar el tema.

-¿Qué espera? –pregunté.

-¿Qué cosa?

-El mundo, como decías… ¿qué es lo que espera?

-¿Qué es lo que espera el mundo?

-Sí.

-Pues el mundo espera que las cosas sean devueltas a su sitio-, me dijo.

Tras sus palabras, me quedé en silencio otros segundos.

Varios más, en realidad.

Como quinientos, calculo (aunque no los conté).

Todo por no volver a quedar de ahueonao.


III.

-Entiendo el punto –dije entonces-. No creas que no… Pero si quieres que todos te entiendan tal vez debieses explicar un poco más tus afirmaciones.

-No quiero que todos me entiendan –dijo.

-Ya –dije yo- Entiendo.


IV.

Fui al baño.

Saqué el celular y en un buscador cualquiera pregunté directamente qué quería decir que el mundo espera que las cosas vuelvan a su sitio.

Me dirigió a una noticia en que se piden que devuelvan los moáis, a un ensayo sobre la lógica del sentido de Deleuze y hasta a uno de los diálogos de Platón (creo que Fedón, sobre la inmortalidad del alma).

Como no me sirvió, le consulté luego a la IA.

Me contestó varias cosas que parecían hablar de equilibrio, de restauración o hasta de corrección de algo que no entendí.

Justo cuando le volvía a pedir que lo explicara de forma más sencilla escuché que me llamaban desde fuera y me preguntaban si todo estaba bien.

-Todo –dije-. Salgo de inmediato.

Por último, cuando salí, como debía retomar mi estatus, señalé:

-Estaba ayudando a poner las cosas en su sitio… ya sabes… para que el mundo no espere tanto.

-No te lavaste las manos -, me dijo, en vez de celebrar mi frase.

Yo volví a lavármelas.

Me las sequé.

Y entonces volví a salir.


V.

Seguimos hablando.

Yo volvía al tema ese del mundo una y otra vez, para entender del todo.

Solo como en mi sexta pregunta, me respondió tajante:

-Cuando cada cosa del mundo sea puesta en su sitio correcto, todo estará hecho. Y el mundo dejará de esperar.

-¿Y qué es lo que hará cuando deje de esperar? –pregunté ahora.

-Pues eso, dejar de esperar –respondió, como si fuese lo más obvio.

-De acuerdo, pero uno espera para algo…

-Claro… -me dijo-. ¿Y para qué crees que espera el mundo?

-Para ser él mismo con sus cosas bien ubicadas –dije entonces, sin pensarlo.

-Exacto –me contestó, alegre-. O para comenzar a ser el mundo por primera vez, y dejar de ser lo que era.

-Claro, entiendo –dije a mi vez, riendo-. No soy ahueonao.

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