sábado, 10 de noviembre de 2018

Deshacer.


Una de las complicaciones de ser multimillonario es que no puedes, así como así, deshacerte de todo tu dinero.

He estudiado la situación –para una de esas tantas novelas que he abandonado al poco andar-, y me he sorprendido encontrando una serie de trabas al momento de querer eliminar tu dinero.

Por ejemplo, todo el asunto de las donaciones –ya sea por beneficios en impuesto o puro altruismo-, tiene un límite asociado al patrimonio inicial del donante, fijando porcentajes específicos que varían de un país a otro, pero que te impiden donar el 100% de tus posesiones.

Si se quiere intentar, de todos modos, es recomendable la donación al estado, pero de todas formas los trámites deben ser regulados por una serie de organismos que harían demorar el traspaso total del patrimonio, en una estimación mínima de catorce años, y que no aseguran, necesariamente el éxito de esta iniciativa.

Por otro lado, el querer traspasar a dinero real –billetes, paras ser preciso-, la suma neta de las inversiones de un multimillonario actual (para poder reglarla de mano en mano, digamos), es totalmente imposible, debido a la cantidad de papel moneda en circulación y a una serie de restricciones que impiden, más allá de cierta suma, realizar transacciones con dinero en efectivo.

Incluso, de llegar a conseguir que gran parte de tu dinero esté en billetes y quieras, por ejemplo, quemarlo, las distintas policías de tu país pueden intervenir, ya que si bien en general no está tipificado directamente como delito –aunque en doce países fuera de la OCDE sí-, esta conducta se encuentra asociada a una serie de otras que sí pueden ser consideradas como delito y deben, por lo tanto, ser intervenidas e investigadas, según una serie de estrictas disposiciones que no resultan, en definitiva, nada cómodas.

Por otro lado, si logras hacerlo a escondidas, de todas formas existen disposiciones legales que pueden ir en tu contra, como la teoría de fraude de ley, que apela al daño que se hace al estado por dejar de percibir impuestos u otros beneficios, y que ya ha sido aplicada con éxito en dos extraños casos en los últimos años (uno en Rusia y otro en China, ambos en el 2014).

Ahora bien, dicho lo anterior –en donde se ha omitido por cierto una serie de otras dificultades específicas que solo alargarían el asunto-, no queda sino alegrarse por la pobreza o escasa riqueza monetaria propia, ya que de cierta forma me entrega la libertad de entregar mi patrimonio total simplemente vaciando mis bolsillos, O quemando la biblioteca, cosa que por cierto me ha estado rondando, quién sabe por qué, en el último tiempo.

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