lunes, 15 de mayo de 2017

Formas de ser bueno (I)


El hombre del que hablo cría aves de corral. Tengo entendido que tiene un terreno en las afueras de Santiago y ahí las cría. Una particularidad de su crianza es que les pone nombre a cada una de sus aves y exige que estos nombres se mantengan hasta el momento de su muerte. De esta misma forma, vela porque no se repitan esos nombres, mientras las aves tienen vida. Así, cada vez que da muerte a alguna de ellas el nombre queda vacante y puede volver a ser usado nuevamente. Debido a lo anterior el número de las aves que posee no ha crecido en demasía, aunque al mismo tiempo sea uno de los proveedores más destacados de patos y otras aves, para los más finos restaurants de nuestro país. En una entrevista que dio para una revista señalaba al respecto que no sentía que daba muerte a sus aves si el nombre era heredado de inmediato, al momento del sacrificio. De esta forma, decía, Marta Jacinta por ejemplo, que está a punto de ser faenada, pasa a estar de pronto en el sector de las aves recién nacidas y no muere en lo absoluto. Así, este hombre, cree que ha descubierto el gran secreto para evitar la idea de la muerte y alejarse del riesgo de extinción de una especie, al mantener siempre vivo el linaje. Esa es su forma, entonces, de ser bueno.

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