sábado, 20 de mayo de 2017

Mapas.


Mapas.

Te regalan mapas.

Al principio no sabes lo que son, pero luego te das cuenta.

Y es que no parecen reales, esos mapas.

Es decir, no parecen ser de ciudades reales.

Por ejemplo, parecen existir distintos niveles, en un mismo mapa.

Como si apareciesen, además de la ciudad, ríos subterráneos, o líneas de metro aparentemente abandonadas.

Sí, tal vez sea eso, piensas entonces, se trata de mapas de ciudades abandonadas.

¿Acaso no sueñas con esas ciudades?

¿No te perdías de pequeña en esas ciudades?

Pues tal vez llegaron tarde, pero ahora tienes esos mapas.

Líneas, nombres, puntos de referencia.

Puedes trazar recorridos, si lo piensas.

Puedes articular aquello que se dio de manera aislada y aparentemente sin sentido.

No son malos esos mapas.

Si hasta tienen aire a cosa científica... y exacta.

Enmárcalos y cuélgalos en la pared.

Nunca se sabe, además, cuándo una ciudad está desaparecida totalmente.

¿Los ves?

Si hasta una imagen del sistema circulatorio, parece ese de allá.

Con arterias y todo salvo que no hay corazón.

Tal vez eso les faltó a esas ciudades.

Eso faltó y los mapas fueron tal vez una advertencia.

No los destruya, entonces.

No los olvides.

Al principio no sabes lo que son, pero luego te das cuenta.

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