miércoles, 10 de mayo de 2017

A fin de cuentas.


-Yo hablo del verdadero Quijote -dijo K.-, del que se quedó dentro de la cueva de Montesinos. El que salió de ahí es falso y se nota en varias cosas… por ejemplo, en su forma de hablar a Sancho, para despistarlo. Recuerda bien lo que dice ese capítulo… Debe haber desamarrado al verdadero y luego se ató él mismo, antes de pedir que lo sacaran de la cueva.

-¿Esa es tu hipótesis? –preguntó P.

-Para mí no es una hipótesis –dijo K.-, para mí es la verdad misma. El verdadero don Quijote se quedó abajo, con un rubí y un zafiro en cada bolsillo…

-¿Crees que don Quijote tenía bolsillos? –lo interrumpió P.

-No –respondió rápido K.-, en realidad no lo creo, pero me refería más bien a la idea de las pruebas… de demostrar la verdad que había en esa cueva donde alcanzó a estar varios días…

-¿No estuvo solo una hora?

-Claro que no –contestó K., algo molesto-. Eso dice Sancho, pero el verdadero Quijote habría podido demostrarle que no, fácilmente…

-¿Y por qué no lo hizo?

-Porque se quedó abajo y el que salió fue otro… -dijo entonces K.-, ya te lo decía antes. El verdadero estaba abajo y supongo que confiaba en que Sancho se daría cuenta del engaño y bajaría pronto a estar con él.

-Pero Sancho no bajó –dijo P.

-No. No lo hizo –admitió K.

-¿Entonces don Quijote no supo ver bien la realidad de Sancho?

-Sí… podría decirse que sí… esa es la realidad que no supo ver, a fin de cuentas.

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