viernes, 17 de marzo de 2017

Usted está aquí.


De pequeño me asustaron esas infografías… ya sabes… esas especies de mapas que ponían en algunos lugares de concurrencia masiva con la flecha de color y una figura supuestamente humana que indicaba: Usted está aquí.

Puede ser algo tonto, pero me inquietaba pensar que uno estaba realmente allí… me refiero a que si era cierto aquello –lo de estar ahí-, uno estaba menos en el sitio que creía estar hasta antes de ver aquello… y eso, por supuesto, asustaba.

Algo así como verse grabado en vivo por una cámara, solo que en esta oportunidad estás reducido a una figura informe, sin detalles, en un plano de realidad al que no tienes acceso… Una verdad absoluta, en definitiva, con la que ni siquiera puedes discutir: Usted está aquí, y punto.

Y es que no se trataba de algo que “se agregara a ti mismo”, como imaginarte en un mapa en el que pusieras un dedo y lo vieras de pronto aparecer sobre ti, desmesuradamente grande… aquí se trataba más bien de una realidad distinta. Me refiero a que uno está, según se indica, en otro sitio, y es complejo verse entonces –o saberse al menos-, fuera de uno mismo.

¿La peor eternidad posible, entonces…?

Pues eso, justamente. Quedarse fijamente mirando una de esas infografías y saberse fuera. Emocionarse mirando un dibujo aparentemente humano que indica dónde estamos realmente. Reconocer durante la eternidad entera que no estamos acá… que existimos en otro sitio…. Que el yo que creí ser, en definitiva, está fuera de uno mismo.

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