jueves, 5 de enero de 2017

Veinte cajas.


Ahí junto a la pared hay veinte cajas.

De cartón todas, en grupos de a cuatro, apiladas.

¿Pueden verlas?

Pues bien, yo les ofrezco las que quieran.

O sea, las que quieran, menos una.

Por lo mismo, decidan ustedes cuál me dejan.

No lo piensen demasiado.

No lo discutan.

No necesitan comprobarlas.

Todas tienen algo y son de tamaños similares.

No tienen dinero, ni joyas, ni escrituras de propiedades.

Por lo mismo, no se generen tantas expectativas.

Su vida no va a cambiar notoriamente con lo que encuentren en esas cajas.

Y es que ustedes, en el fondo, nada necesitan.

Nada buscan, me refiero, cuando abren esas cajas.

Elijan tranquilos, por lo tanto, y que ese simplemente sea el trato.

Lo que encuentren es inmediatamente suyo.

Y claro, no se molesten en llevar cuentas.

Ustedes son diecinueve.

Y una de las cajas es mía.

Si quieren hagan una fila.

O si quieren hacen dos.

O s quieren entren todos en grupo.

Sacad una caja y no dificulten el paso.

Dejen una, como les dije, junto a la pared.

Y no se preocupen

Nada ha de venirse abajo.

La pared, yo mismo, y hasta el mundo, aguantamos un poquito.

De eso se trata.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales