sábado, 7 de enero de 2017

Dormir con la ventana abierta.

“Quizá sea un error creer
en la existencia de cosas, personas o sujetos”
F. G.

I.

Duermo con la ventana abierta, así que por la noche llegan los zancudos.

Los escucho acercarse apenas apago la luz y me dispongo a dormir.

Uno de esos zancudos, por cierto, parece tener un rostro humano.

De hecho, he prendido la luz y tras seguirlo por la habitación, he podido confirmar esa primera impresión.

Incluso –si bien no puedo asegurarlo en un 100%-, diría que el zancudo en cuestión tienen el rostro de Guattari.

Esta noche, por lo mismo, intentaré corroborar mi impresión.


II.

Guattari –el zancudo-, no parece saber francés.

Y es que le digo unas frases, en ese idioma, y no hay reacción alguna.

Refuto teorías y hasta me burlo de su relación con Deleuze, pero no aprecio reacciones.

Finalmente, me dejo picar, para verlo de cerca y replantear mi teoría.

Entonces corroboro que el rostro del zancudo es el de Guattari.

Me ignora, es cierto, pero no puede no aceptar ser quién representa.

De hecho, tal vez ponga en duda todo aquello que no es su rostro.

Su yo zancudo incluso, ya que estamos.

Pero dudar de la existencia de aquello que no es él no hace sino llenar el mundo de dudas.

Y no extraes sangre de las dudas.

Y de pronto ya la noche existe apenas.

Cierro la ventana, incluso, pero eso no cambia en lo absoluto.

Aplasto entonces a Guattari, contra mi propia piel y es como si todo volviese al orden.

Y es que no sé si lo recuerdas, pero ya había sido dicho:

No extraes sangre de las dudas.

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