Centro de Santiago.
Veo correr a un mimo y llamar a un carabinero.
No sé si es parte del show así que quedo atento a
los sucesos.
La gente hace lo mismo y lo rodea.
Esta vez, el mimo habla.
Desde donde estoy no escucho lo que dice, pero se
ve alterado.
Algunas personas ríen.
Otras se muestran nerviosas.
Y es que es raro escuchar hablar al mimo.
Comúnmente hace el show en esta misma esquina.
Molesta a los transeúntes, juega con los
vendedores, finge hablar usando una especie de pito.
Siempre está en este lugar.
Una vez imitó a un jubilado que daba de comer a las
palomas.
Luego imitó a las palomas y se acercó a comer sus
propias migas.
Yo lo dibujé
en un papel y anoté en la hoja:
Arrojas ante
ti tu propia vida y vas luego a picotearla.
Era una imagen sugerida, claro, y una mala frase.
De todas formas, ese era el recuerdo más claro de
ese mimo.
Ahora, en cambio el mimo grita y se desploma, de
improviso, ante el carabinero.
Unas personas comentan que tiene sangre.
Otras dicen que alguien le ha enterrado un
cuchillo.
Yo no alcanzo a ver la situación y siento
incorrecto acercarme.
Algunos dicen que el mimo ha muerto.
A los pocos minutos se escucha una ambulancia.
También llegan más carabineros.
Al parecer es cierto que ha muerto, pues no veo que
la ambulancia abandone el lugar.
Si realmente murió, por cierto, estoy seguro que
tarde o temprano llegará otro mimo.
Molestará a la gente, jugará con los vendedores y es
muy probable que finja hablar usando una especie de pito.
Tal vez un día imite la muerte del mimo anterior.
O tal vez un día padezca la misma muerte.
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