jueves, 1 de octubre de 2015

Que no se levante el polvo.


I.

Que no se levante el polvo.

Inspecciona el lugar.

Observa las condiciones.

Humedece la tierra antes.

Eso es lo primordial, digamos.

Aunque claro… también está ello que le llaman
preocuparse de uno mismo.

Algo que uno nunca hace, digamos.

Eso es lo primero, sin duda.


II.

Por otro lado, caminar…

Caminar porque se va a algún sitio.

Porque ir es necesario.

Porque prácticamente (te enseñan) todo es avance.

Fuera de uno. Dentro de uno… eso ya no importa.

Me refiero a que esos son temas que me exceden.

A todos nos exceden, de hecho, aquellos temas.


III.

Ni preocuparse de uno mismo
ni diferenciar ámbitos que involucran
nuestras acciones.

Esas son las cosas que nos faltan.

Las sabemos y seguimos
y luego siguen faltando.

Eso es lo normal.

Ni siquiera es tan malo, de hecho.

Puede vivirse así, me refiero,
sin levantar el polvo.

Para muchos, sin duda,
se trata de una buena vida.


IV.

No levantar el polvo.

Cuántos repiten esa frase.

¿Por qué no levantarlo…?

Miedo a recordar, acaso,
que también somos polvo.

Miedo a recordar que también
podemos elevarnos.

¡Tanto miedo, en definitiva,
que aprendemos a decir
que se trata de algo innecesario…!

Y es que una vez me contaron una historia, saben…


¡Pero qué mierda…!

Quién quiera entender que entienda.

Esa es toda la historia.

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