martes, 14 de julio de 2015

Tanteando a Evan Harris Walker.


Llego a Evan Harris Walker por un escrito de Wingarden.

Lo malo es que todo lo que encuentro está en inglés y no soy bueno en idiomas.

Con todo, intento avanzar en una traducción donde el centro es la conciencia de cada una de las partículas del universo, y además se agrega una supuesta demostración matemática.

La traducción, por lo demás, me resulta inconexa, pero subyace en ella una propuesta que bien puede valer la cursilería de llamarla “hermosa”.

Y es que en los escritos de Evan Harris Walker parece no distinguirse la idea de un sujeto diferenciado de aquello que lo rodea.

Me refiero a que hay un nosotros permanente en sus intentos por explicar una especie de animismo presente en todo lo que forma parte de la realidad.

De esta forma, si bien lo que se propone dice relación con las implicaciones de la mecánica cuántica en la percepción de la realidad, se llega a un punto en el cual estamos a un paso de una comprensión total, donde se incluye hasta la idea de Dios, y donde todo parece poseer un sentido único.

Total y único.

No se trata solo de un fluir –o al menos esa es la impresión que me deja-, sino más bien de una conexión vital entre las partículas del universo, donde la división entre partículas vivas y partículas muertas, resulta intrascendente y fruto de un engaño.

Pero claro, apenas se trata de intuiciones y sensaciones y líneas de una mala traducción y un breve comentario de Wingarden.

Así y todo, la comprensión de Evan Harris Walker, es sin duda una forma más plena de adquirir calor en el mundo.

Yo, en cambio, enciendo una pequeña fogata en la montaña, antes de seguir a tientas esa traducción.

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