martes, 21 de julio de 2015

El amor, la vida, el entusiasmo.


F. le dice a K. que no le gusta salir a pasear. Pero luego aclara que no es que no le guste, si no que le complica calcular. Como K no entiende ella le explica que sí le dan ganas de salir, pero el problema es que las ganas se le pasan de golpe y entonces se produce un momento complicado pues tiene que volver sin ganas desde el punto en que cambió de sensación. Ambos conversan sobre el tema y hasta sacan un papel, donde F. dibuja gráficamente su problema. Ella misma comenta entonces que la solución sería poder calcular justamente cuál sería la mitad. Es decir, justo cuando el tiempo necesario para que cambie de opinión llegue a la mitad. De esta forma, aclara F., nuevamente dibujando el esquema, las ganas de pasear se pasarían justo en el momento de regresar a casa, por lo que ya no habría inconveniente. K. la escucha y se demora un tanto en entender, aunque luego lo hace y hasta le dice que es cierto, que sería ideal que todo fuese así. El amor, la vida, el entusiasmo, dice K., todavía pensativo. Entonces, tras escucharlo, F. le dice que se alegra que él la comprenda y hasta lo invita a pasar a su casa. K., sin embargo, tras pensarlo un poco le dice que no y se va a pasear solo. Ella está hueveando mucho, se dice.


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