martes, 7 de julio de 2015

Sofisticada,


I.

-La última chica con la que salí era muy sofisticada –me dijo.

-En esa época lo eran –dije yo.

-No hueón, si fue hace unas semanas no más…

-¿Unas trescientas…?

-No te cuento ni una hueá, mejor.

-No contís entonces…


II.

-¿Ya no sales con la sofisticada?

-¿Qué…?

-Tú me dijiste algo el otro día… de una chica sofisticada con la que salías…

-¿Yo te dije eso?

-Sí po, si tú me contaste.

-No me acuerdo…

-¿Estai seguro… si fue hace unos días no más?

-Puta…. Disculpa…

-¿De verdad se te olvidó? ¿No me estai hueveando?

-¿Quién? ¿Yo?

-Sí, po… tú.

-Sí.

-…


III.

-Lo que te iba a contar el otro día de la mujer sofisticada…

-¿Qué mujer?

-La sofisticada, hueón… si te acordai de más…

-Bueno, cuenta…

-El punto es que fuimos juntos el otro día a un restaurant… Uno bien grande, de esos con varios tenedores y cosas así…

-Ya.

-Entonces pedimos langosta… O sea, era un plato con un nombre francés bastante extraño, pero ella me explicó que era langosta…

-Ya.

-Y bueno, entonces entró un mozo con un carro donde tenía un acuario con varias langostas, y nosotros debíamos elegir una, como en las películas…

-Ok.

-Resumen: ella eligió una y no sé por qué razón nos llevaron a una mesa especial, en otro costado, cerca de la cocina…

-¿No eras muy sofisticado?

-No… o sea, ni sé… pero el punto es que nos sentamos ahí y al rato se escucharon unos ruidos extraños, desde la cocina…

-¿Y?

-Adivina.

-¿Tenían encendida una máquina de hacer ruidos?

-No –me contestó-. Era el sonido de la langosta en la olla… y te llevaban ahí para escuchar cómo el animal trata de salir… y así te aseguran el tipo de cocción…

-¿Ella te lo explicó?

-Sí, ella…

-¿Y…? ¿Qué pasó entonces?

-No sé bien… supongo que me molestó eso, internamente…

-¿Internamente?

-Sí –recalcó-. Internamente.

Y bueno… yo lo iba a huevear, pero no pude

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