Estábamos sentados, conversando de cualquier cosa mientras esperábamos que llegasen con la comida que habíamos pedido.
Hasta ese instante habíamos compartido y conversado naturalmente, pero desde hacía un par de minutos ella había comenzado a mostrarse distraída, jugando con los cubiertos y probablemente pensando en algo más.
-¿Qué crees que es más probable…? –me peguntó de pronto-. ¿Qué alguien se quede absorto mirando un tenedor o una cuchara?
Yo la miré unos instantes, esperando a ver si hablaba en serio, o de algo más.
-Yo creo que es más probable con un cuchillo –dije yo.
Ella sonrió.
-Lo sé –dijo ella-, por eso lo saqué de la ecuación. Solo quedan tenedor y cuchillo.
Observé los cubiertos que había sobre la mesa.
-En la cuchara puedes reflejarte a ti mismo -señalé-, aunque al revés… pero al mismo tiempo el tenedor tiene algo… no sé… extraño, o hasta más interesante.
-Es cierto… –dijo ella.
Luego, tomo en una de sus manos el tenedor que tenía frente a ella, y lo observó.
Después, hizo lo mismo con una de las cucharas.
-Como que estás más lejos cuando te ves en la cuchara –dijo ahora-. Como que estás en otro sitio…
Yo la observé.
También observé el lugar.
Todo me pareció, por un instante, un poco borroso.
-No estamos aquí –dijo en voz baja, sin mirarme, como si fuese un secreto.
Yo, entonces, supe que era cierto.
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