sábado, 3 de diciembre de 2016

Samuel ronca (o no ronca)


La fórmula es sencilla, piensa Ana. Si Samuel ronca es porque Samuel duerme. Y claro, si no ronca, es porque no duerme. No es que el ronquido sea terrible, no es eso. Lo que pasa es que Ana lo toma como un indicador, o como una especie de señal, casi. Es decir, luego de oír los ronquidos de Samuel, Ana comienza realmente a intentar dormir. Antes de eso, luego de alguna breve conversación, era común que apagasen la luz y que ella quedase en espera: pendiente totalmente de los sonidos de Samuel y de la verificación de su nuevo estado (a través del ronquido, como ya se ha dicho).

Afortunadamente para Ana, no era mucho lo que debía esperar ese primer ronquido. Y es que si bien nunca cronometró el tiempo, ella estima que no tardaba en llegar más de cinco o diez minutos, a lo sumo. Y claro, era entonces que Ana parecía relajarse y hasta podía pensar en cualquier cosa antes de intentar dormir.

-¿Y cuáles son esas cosas en que piensas luego que Samuel se duerme? –le preguntamos a Ana.

Pero ella no responde.

Tal vez sea porque conozco a Samuel y piensa que puedo contarle algo.

Aunque claro, también puede ser porque ella no lo ha escuchado roncar en las últimas dos noches y piensa que algo extraño ocurre.

Cómo sea, el hecho es que Ana no responde. En cambio se atreve a decir:

-Tú no roncas. No duermes. Y vas a morir pronto.

Luego de eso intenté contestarle, pero no pude.

Por otro lado, dos de tres predicciones no estaban mal, para ser un principiante.

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