miércoles, 28 de diciembre de 2016

Piezas sueltas.

“El conocimiento seguirá teniendo un carácter
incompleto y casual, a menos que las disciplinas
científicas se relaciones claramente entre sí
y se dirijan a bienes que contribuyan  al bienestar humano”.
S.


Piezas sueltas.

Piezas de rompecabezas.

Compro piezas sueltas de rompecabezas.

Eso decía el anuncio.

Eso decía y yo llamé.

Hoy a las 19:00, llamé.

Mil piezas, negocié.

Tal vez de mil distintos rompecabezas.

Todo bien, en general.

Buen precio, incluso.

Todo salvo la insistencia.

La exigencia, incluso.

Piezas de distintos rompecabezas, exigían.

Y claro, como no lo aseguré totalmente bajó la oferta.

Acepté de igual forma, aunque sin razón alguna.

Y es que todo lo hago sin razón alguna.

Eso lo comenté en voz alta, recuerdo.

Nunca puedo evitarlo, si soy sincero.

Entonces ella rió.

Ella rió y yo intenté explicar, pero no podía.

Que no me preocupara, me dijo.

Que nada se hace en realidad, por razón alguna.

Y claro, yo pensé en ello tanto tiempo que olvidé que estaba hablando.

Me acordé cuando ella volvió a reír.

Yo le pregunté de qué reía.

Ella se disculpó, pero yo no quería que se disculpara.

Yo quería saber de qué reía.

Entonces ella me preguntó si quería ayudar.

Ayudar a armar algo con esas piezas.

La mayoría no se unen, me dijo, pero las podemos forzar.

A mí no me gusta forzar, dije entonces.

Ella quedó en silencio y luego dijo que no quiso decir eso.

Cuando comenzó a  decir otra cosa se me resbaló el teléfono.

La batería se salió y al parecer se quebró una pieza.

Lo intenté por horas, pero no lo supe armar.

Me aseguré de recoger todo y ponerlo sobre la mesa.

Yo quería ver un teléfono, pero solo había piezas.

Piezas de un teléfono.

Trozos de risa, en mis recuerdos.

Piezas sueltas.

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