viernes, 25 de diciembre de 2015

Esto es injusto, pero no importa.


Esto es injusto, pero no importa. Además todo es injusto, si se piensa. El otro día un viejo, por ejemplo, comentó que había logrado comprender la vida. Y claro, murió a las pocas horas. Eso sí que me parece injusto. Visto así, de hecho, todas las otras injusticias parecen pequeñas. El viejo en cuestión, por cierto, era el padre de un amigo y murió un día antes de navidad. No es que lo terrible sea la muerte, en todo caso, pero al menos molesta el absurdo. No me digan que la vida es justa, por favor. No den vueltas los argumentos. En el entierro, por ejemplo, no faltó quien intentó decir que al menos murió comprendiendo, y que eso da tranquilidad. Pura mierda, si se piensa. Y es que lo que comprendió –supuestamente-, fue la vida, y no la muerte (que le aconteció de inmediato). He ahí la injusticia máxima. Con todo, conocer el absurdo y la injusticia que hay detrás es al menos un avance. No esperar la justicia, me refiero. No desearla, siquiera. Agradecer lo que llega, nada más, porque pudo ser peor. Hasta la muerte, si se piensa, ya que pudo tocarte un forense necrofílico o pudieron incluso robarte las córneas. Obviamente es un ejemplo, no es que me importen las córneas, especialmente. Dicho lo anterior, no me queda sino volver a esto un poco más resignado. A esto que en un principio mencioné que era absurdo y a lo que vuelvo a agregar que en realidad no importa.  Sinceramente, lo digo. Y es que vivimos en un planeta que flota sobre la nada, después de todo. El equilibrio y la justicia, finalmente, solo fueron inventos temerarios.

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