miércoles, 19 de agosto de 2015

Viene una luz y no dice.


I.

Viene una luz y no dice.

No necesita decir.

Me gasto la vida descubriendo aquello.

Luego lo digo:

Viene una luz y no dice.

No necesita decir.


II.

Conté piedras varios años.

Eso fue lo que hice.

Cuando llegué a la mil comprendí que no sabía, qué es lo que estaba contando.

Luego llegué a la diez mil y me di cuenta que seguía sin saber.

Para cuando llegué a la cien mil ya había aceptado que aquello era algo que nunca sabría.

Arrojé entonces las piedras hacia los vidrios de las catedrales.

Conté ciento doce catedrales.

Creo que logré acertarles a todas.

Eso también ocurrió por varios años.

Finalmente, me detuvieron unos hombres que me preguntaron quién era.

Yo no supe qué decir.


III.

No hay peor ejemplo que uno mismo.

Sobre todo para uno mismo.

Tal vez la luz lo sabe y por eso nada dice.

Y claro… yo intento comprender aquello.

Dibujo los contornos de mi sombra dando la espalda a la luz.

Eso es todo lo que hago.

Los que preguntaban quién era ya me han dejado en paz.

Nunca pedí otra cosa.

Mis bolsillos y mis ojos están llenos de vidrio.

Viene una luz y no dice.

No necesita decir.

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