miércoles, 26 de agosto de 2015

Piedras sobre el techo.



Siempre caen piedras sobre el techo.

Por lo mismo, supongo que alguien debe lanzarlas.

A veces de madrugada.

A veces a medianoche.

A veces durante un almuerzo de fin de semana.

Ya ni siquiera nos preguntamos quién será.

Las escuchamos caer, y seguimos comiendo.

Puede ser una piedra…

O pueden ser varias, por cierto…

Y es que ni siquiera eso, hoy en día,
viene a significar algo trascendente.

Se vaciaron de significado, podríamos decir.

Eso es lo que pasa.

Nada de intención.

Nada de objetivos.

Nada de significados.

Y hasta preferimos pensar que las piedras llueven,
a aceptar que hay alguien, concreto y objetivo,
lanzando todo aquello
contra nosotros.

No es agresividad, decimos.

No nos ha pasado nada, concluimos.

Así,
lo único que hacemos
es subir cada cierto tiempo hasta el techo
y sacar las piedras que han arrojado.

No reclamamos por eso.

Pensamos que es una labor más
y dejamos hasta ahí las cosas.

Para evitar esto, sin embargo,
un grupo de personas contrató
un buen servicio de cámaras,
para descubrir al menos quiénes
estaban detrás de aquello
que terminaba con las piedras sobre el techo.

No sabemos bien por qué, pero todas las grabaciones
salieron algo defectuosas.

Rostros desenfocados.

Movimientos discontinuos.

Colores poco claros.

Así, en resumen,
volvimos simplemente a sacar las piedras
y hacer como si nada de esto
estuviese ocurriendo realmente.

Esas fueron, en definitiva,
nuestras únicas conclusiones.

Dejarlo todo de esa forma.

Seguir
en lo que estábamos.

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