martes, 18 de agosto de 2015

Un gato con un papel en el hocico.



Viene un gato con un papel en el hocico.

Se detiene frente a mí, a unos pocos pasos.

Nos miramos.

Yo creo que quiere hablar, pero no puede justamente por lo del papel en el hocico.

Le doy un tiempo.

Lo espero.

Él se sienta.

Mientras lo espero reviso unas pruebas del colegio.

Pasa media hora y reviso dos.

Por un momento se me olvida lo del gato.

Entonces vuelvo a mirarlo.

Al parecer, el gato ni siquiera se ha movido.

Aún tiene el papel en el hocico.

Así, como confío en su quietud, aprovecho de hacer algunas cosas.

Ordeno, reviso otra prueba, preparo comida.

Nada muy especial, por cierto.

De vez en cuando vuelvo a mirar al gato, pero él sigue ahí, como si nada.

Finalmente vuelvo a mi posición y lo observo.

Él me sostiene la mirada.

Es un gato gris que a veces he visto, rondando la casa.

Todavía tiene el papel en el hocico.

Para romper la situación me levanto a poner música.

Pongo un disco de los Beach Boys.

Doy vuelta el disco.

Se acaba.

Finalmente, me decido a acercarme a gato.

Un paso corto.

Luego otro.

El gato no se inmuta.

Así, más confiado, acerco la mano y él me extiende el papel, con el hocico.

El papel esta húmedo y parece haber estado escrito.

Lamentablemente, la letra se ha vuelto borrosa y resulta ilegible.

No logro leer nada, salvo la primera palabra, que era “Vian”.

Intento preguntarle al gato, pero él no sabe o no responde.

Igual se queda, para ver mi fracaso.

Vuelvo a poner el disco de los Beach Boys.

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