lunes, 21 de marzo de 2016

Fitzgerald murió sobrio.


I.

Fitzgerald murió sobrio.

Pobre Fitzgerald.

Y es que vio el mundo tal cual es,
antes de morir.

Así, en un solo tiempo,
abandonó la vida junto con la bebida.

De esta forma
todo fue abandono en Fitzgerald.

Y renuncia.

Y hasta arrepentimiento.

¡Quién lo hubiera dicho…!

Fitzgerald murió sobrio.


II.

Fitzgerald murió sobrio.

Se aferró a un mantel, simplemente, y cayó al piso.

Sobre el mantel había un plato.

En el plato nada había.

De igual forma se hizo trizas.

Dijeron que fue el corazón.

El sacerdote que hizo el responso destacó que estaba sobrio.

Es cierto, corroboró Graham,
estaba muerto
el muy hijo de puta.


III.

Fitzgerald murió sobrio.

Sobrio como el 90% de los vivos.

A pesar de eso, suponemos que no se preparó.

Que vio venir la muerte y no se sirvió siquiera un trago.

Y claro,
suponemos también que estaba perdiendo
su talento en la escritura.

Por lo mismo, no me enojo con la muerte de Fitzgerald.

Con la sobriedad un poco, pero no con la muerte.

Así, leo sobre ella hoy,
a más de 75 años de distancia.

Su cobardía todavía me repugna.

So sobriedad.

Sus últimos escritos de mierda.

Y es que Fitzgerald murió sobrio.

Y no debiese agregarse una mierda
a esa ofensa
ya emitida.

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