sábado, 21 de noviembre de 2015

¿Y si no rima?


Como no rima está nerviosa. Cada cierto rato se acerca y nos pregunta y se queda mirando. Yo le explico que no es el punto, que no importa, que se evalúan otras cosas. Entonces ella revisa y borra igual. Y piensa en la rima. Desarma versos valiosos, de hecho, por tratar de poner rimas. Camina frente a nosotros y eso hace. Pierde recreos incluso y hasta se ve afligida. Voy a hablarle e intenta explicarme. Que no es que no me crea, me dice. Que no es que no me crea, pero mira los poemas y no parecen poemas. Si no riman no parecen poemas, me dice, exactamente. Parece que mienten, me dice. Entonces, hace una comparación entre caminar y escribir poemas, que no sé de dónde habrá sacado. Los pasos riman, me dice. Cuando uno camina de verdad los pasos y los movimientos riman. Todo se parece y no es igual, según me explica. Yo la escucho, en tanto, y le digo que no. Que uno avanza, de todas formas. Que los pasos raros igual te llevan a alguna parte. Lamentablemente, ella insiste en su teoría. Y es que caminar distinto es poco natural, piensa ella. Igual que una poesía sin rima. Una poesía con pasos sin rima no va hacia ningún sitio, insiste, afligida. Yo anoto sus observaciones. Así, finalmente, no me deja el poema. Rompe, de hecho, el escrito y me dice que le ponga el uno, que no importa, que no me preocupe. Yo observo la pauta y pienso que sí, que eso debo hacer, que no debo preocuparme. Además la pauta está dada. Me la entregaron así, me refiero. Puedo lavarme las manos. Segundos después suena el timbre, tras resolver la situación. 

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