domingo, 15 de noviembre de 2015

Perro que ladra no miente.


Si hablara cagamos.

Pero ladra.

Eso nos da confianza.

Los otros rasgos poco dicen.

Cualquiera mueve la cola, me refiero.

Y basta un problema a la columna,
para andar en cuatro patas.

Si ladra, en cambio,
resulta honesto de inmediato.

¿Acaso no le suena
el guau guau más verdadero…?

¿Más propio de cosa viva…?

Cierre los ojos y oiga.

Oiga al mundo ladrar, me refiero.

Oiga al corazón ladrar.

¡Si hasta el sol ladra, brillando…!

¡Si hasta el viento ladra, silbando…!

No confunda,
sin embargo,
ladrido con ruido.

La honestidad, por ejemplo,
es silenciosa,
como el musgo.

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