jueves, 23 de abril de 2015

Unos cuadernos de Kerouac.


Leo unos cuadernos de Kerouac.

No están tan mal como creí.

Es decir, dice hueás de vez en cuando.

Pero todos decimos hueás.

Por otro lado, me gusta un pasaje donde está en el recibidor de un hotel pequeño.

Un hotel donde están todos los cuartos disponibles.

Entonces Kerouac habla sobre la inacción.

Su inacción, para ser preciso.

La vista puesta en las llaves de cada una de las habitaciones.

Y el no hacer nada.

Y es que no sé bien por qué, pero me gusta ese pasaje.

O en otras palabras: me gusta la inacción de Kerouac.

La situación esa.

El silencio de Kerouac.

El no hacer nada.

Y el hotel vacío.

Y es que no sé…

De pronto veo el libro de Kerouac, justamente, como un montón de cuartos vacíos.

O sea, no sé si vacíos… pero disponibles, al menos.

Tal vez con humo, con alguna mancha en el suelo… y con un reloj detenido.

Cosas de ese estilo, pienso.

Y es que quizá fue en ese momento, en el que Kerouac intuyo que no estaba en algún sitio…

O que estaba fuera, más bien.

Y claro, del resto del libro, que terminé hace unas horas, no recuerdo ni mierda.

O sea, a ratos recuerdo alguna frase, pero ya ni sé si la decían o no en el libro.

Por otro lado, también nosotros decimos frases, que nadie recuerda.

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