domingo, 19 de abril de 2015

Los experimentos.


Todos fueron experimentos.

De eso no te olvides.

Y a falta de imaginación
-eso lo acepto-,
nos refugiamos en la realidad.

En mi caso, por ejemplo,
todo siguió siempre
una misma dirección.

Disparos al aire, les llamaba.

Y claro, como carecíamos de imaginación
resultó que el experimento aquel
se trataba precisamente de eso:
disparar al aire, nada más.

Así, el temor inicial de darle a alguien,
se fue transformando poco a poco
en  el temor más profundo
de no apuntarle nunca a nada.

Y es que todos fueron experimentos,
es cierto,
eso traté de tenerlo siempre presente,
pero tras conversar
con otros experimentadores
llegué a la conclusión
que cualquier otro experimento
seguía siempre una misma modalidad.

Todos disparamos al aire.
Me dijeron.
Y ese es el único experimento.

Y claro…
yo demoré en entender,
pero finalmente lo hice.

Así, hasta mi último entendimiento fue lanzado
como una bala
hacia el cielo,
sin posibilidad alguna
de retorno…

De esta forma
se fue acabando
mi tarea consciente
con los experimentos.

Y es que no es que no experimente, aclaro.

Ni se trata tampoco de alguna sensación
que venga a echar por tierra
los experimentos.

Aquí se trata más bien
de simples disparos al aire.

Y claro…
se trata también de agotamiento
y hasta falta de munición,
entre otras cosas.

Y es que todos fueron experimentos,
decía,
pero también es cierto que olvidamos.

Y el cielo entonces no es testigo de nada.

Y no hay testigos.

1 comentario:

  1. Aquí se trata más bien
    de simples disparos al aire
    (...)
    se trata también de agotamiento
    y hasta falta de munición,

    ResponderEliminar

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales