miércoles, 23 de agosto de 2017

El perro del hijo de Matías.


El perro del hijo de Matías mordió al hermano del abuelo de Verónica. Le enterró sus dientes en una pierna, según dicen, aunque no sé en cual. Yo intento reunir datos para escribir algo así como una noticia o al menos para explicarle a Marcos -que es mi vecino de la casa izquierda y además primo de Matías-, qué es lo que verdaderamente pasó. No es que Marcos se interese mucho (porque no se lleva muy bien con Matias), pero Marcos sabe que si se lo dice a Matías, éste se lo dirá a su hermana Josefa y ella se lo contará Margarita, que es algo así como la polola de Matías y la mejor amiga de Josefa. Al parecer, Matías está preocupado por que la otra vez vio en televisión una noticia sobre la detención de unos animales y pensó que lo podían separar de su perro que, por cierto, se llama Ginko, como el inspector de policía que persigue a Diabolik en los cómics viejos que están en el baúl que se encuentra en casa de la tía Patricia, donde a veces lo dejan unos minutos, cuando su mamá se atrasa en el trabajo o tuvo que pasar a comprar algo para la cena o cosas así. En esta oportunidad, por ejemplo, lo dejan ahí porque la mamá de Matías debía cambiar unas ropas que le regaló su hermana (la tía Clara) para el último cumpleaños. Es por eso que aprovecho la oportunidad para pasarle a la tía Patricia mis apuntes sobre el accidente con el perro y ella entonces pone la cara rara y dice que es terrible, que nunca había sabido de un perro que fuese mordido por un humano. Y claro, yo me doy cuenta entonces que debo reescribir la historia, o que tal vez deba pedirle ayuda al señor José que siempre anda leyendo, para que me diga cómo hacer para que la gente entienda lo importante cuando uno escribe. Lo importante que no es por cierto quién mordió a quién, sino que el perro de Matías es tan inocente como todos. Y que uno debiese quererse, y perdonarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales