lunes, 23 de junio de 2025

Jónico.


I.

Un orden jónico.

Al menos si me preguntan así lo imagino.

Un mundo pequeño, sostenido con pilares de ese estilo.

No es que estéticamente los prefiera.

De hecho, si fuese por mí arrancaría de inmediato las volutas de cada capitel.

Dicho esto, aclaro que lo que imagino no está, necesariamente, dirigido por mi voluntad.

Si fuese por mí, incluso, las columnas no sostendrían nada en lo absoluto.

Y eliminaría, de paso, dos de cada tres.


II.

Un orden jónico, decía.

Pero un jónico tardío.

Y no porque el estilo haya cambiado, sino más bien porque ha llegado tarde.

Las columnas esas, quiero decir, llegaron tarde.

Las edificaciones todas.

Quiero decir que aparecieron cuando el mundo ya sabía sujetarse por sí mismo.

Por esto, desde un inicio, fueron ruinas.

O casi ruinas, tal vez.

Les dejo el casi.


III.

Todo jónico es jónico tardío.

Si incluso cuando nos referimos al dialecto el adjetivo calza de maravilla.

Pienso en Heródoto, por ejemplo, pero podría también pensar en otros.

Siempre es tarde para todo lo que significa construcción.

Arquitectura, lenguaje… o piense usted cualquier otra estructura.

Un ataúd, si quiere, jónico tardío.

Cada vez con más adornos y detalles intrascendentes.

Cada vez más fuera de lugar.

Cada vez más innecesario.

Eso es, al menos, lo que pienso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales