“Porque escribo para que me lean a veces me sacrifico
a la estupidez de sus sentidos…”
A. C.
I.
Ojos de vidrio.
Al menos veinte, en una caja de madera.
La mayoría son de tonos cercanos al café.
Los miro y los reviso con temor a dañarlos.
Ellos me miran también, pero no me engañan.
Me pongo guantes, incluso para manipularlas más tranquilo.
Prótesis humanas, confirmo, tras días de investigación.
Veintidós eran, en total.
No son del mismo tamaño.
II.
Intento venderlos.
Indago un poco sobre precios y escribo algún anuncio.
Especifico medidas y agrego una serie de fotos.
Pasan tres o cuatro meses.
No vendo ninguno, aunque recibo un par de consultas.
Ninguna, por cierto, con interés de compra.
Pasa el tiempo y bajo el anuncio.
Cierro la cuenta, en realidad.
Días después, aproximadamente, veo que alguien vende una caja igual a la mía.
De madera, y con veintidós ojos de vidrio.
Las fotos son distintas, pero el contenido es exactamente el mismo.
El vendedor, en el anuncio, dice que tienen poco uso.
III.
Me pongo en contacto para saber de dónde los sacó.
Le cuento que tengo una caja igual.
Le mando fotos, incluso, para que me crea.
No parece sorprendido.
Es cortante al hablar.
Son solo ojos de vidrio, me dice.
¿Los va a comprar?
No le contesto.
Días después me fijo que los ha bajado de precio.
Más adelante, los rebaja todavía más.
Tanto los baja que pienso incluso en comprarlos.
Así compruebo que son los mismos, me digo.
Esa misma tarde, vuelvo a hablarle, para realizar la compra.
Acordamos una hora y un lugar de encuentro, al día siguiente.
El vendedor no llega.
Más tarde se disculpa y me pide que le envíe una dirección.
Dice que puedo transferirle cuando me llegue el producto.
Como no tengo qué perder acepto el trato.
Dos días después me llega a casa una encomienda.
Abro el paquete y encuentro la caja con los ojos de vidrio.
Veintidós, como los míos.
Al intentar depositarle, sin embargo, descubro que la cuenta no existe, o que me la dio mal.
Tampoco me contesta cuando le hablo, y cierra el anuncio poco después,
Pasan los días.
Siguen pasando.
Guardo una caja, junto a la otra.
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