viernes, 27 de mayo de 2016

Liberar espacio.


Francisca es pequeña y se asusta ante el estudio de hoy.

La veo una vez a la semana y esta vez trabajamos leyendo un libro, con bastantes ilustraciones.

El libro es un regalo de su mamá, y es bastante más llamativo que los que están en la biblioteca del hospital.

Por lo mismo, esperaba ver a Francisca alegre y con ganas de participar, pero la enfermera me contó que la niña parecía preocupada desde esa mañana.

Fue así que, tras estar un rato juntos, Francisca me contó sobre aquello que le preocupaba.

-Ese libro no cabe en mi cabeza –me dijo.

 Luego explicó.

-Tiene muchas páginas… se me van a salir de la cabeza…

-¿Qué se va a salir….? -pregunté yo.

-Las páginas… las palabras –siguió-. No caben en la cabeza.

Entonces, comencé a explicarle, lo mejor que podía, aquello que ocurría con los libros que de alguna forma entraban en nuestra cabeza.

Lamentablemente, en mitad de mi supuesta explicación, me di cuenta que ni yo sabía bien qué ocurría con aquellos libros.

No se lo conté a Francisca, claro, pero lo cierto es que, tras darle varias vueltas, no supe bien qué decirle.

De todas formas, leímos finalmente y Francisca accedió a dibujar algo después de leer, pues quedamos en que de esa forma uno podía sacar fuera las palabras y volver a dejar espacio para alguna otra lectura.

A primera vista, el dibujo de Francisca no tiene nada especial, sin embargo, algunos sabemos que se trata de un dibujo que busca liberar espacios.

Y claro, eso ya es suficiente, para que esos dibujos, tengan un valor especial, e importante.

1 comentario:

  1. .. quizá despojarnos un poquito de las intenciones y pretensiones del lenguaje...

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