sábado, 27 de marzo de 2010

Mishima: La corrupción de un ángel y la purificación de un hombre.

Leo en Mishima sobre las cinco señales que anuncian que la muerte ha llegado hasta un ángel. Bueno, en realidad, Mishima las toma de distintos lugares y las entrega. Y hasta las vive y se aleja de ellas, podríamos decir.
Pero no ahondaré en aquellas señales.
Leo e intento comprender a Mishima. Hacer propios sus cuestionamientos y dudas. Quererlo a fin de cuentas, mientras llego al final de su último libro.
Y es que acabo de terminar La Corrupción de un Ángel. Quise hacerlo poco a poco y sin apuros, ya que como conté en un escrito anterior, éste fue el libro que Mishima terminó y entregó horas antes de darse muerte.
Lo leo lentamente y trato de sentirlo porque de cierta forma es también escucharlo (a Mishima) y estar presente en su muerte, y respetarla, para que tenga un átomo más de sentido, y me agregue a mí también un átomo más. Un átomo espiritual por decirlo de alguna forma. O más pequeño aún, que se convierta en el leptón 23, esa pequeñísima parte que han debido inventarse los científicos para justificar la forma de funcionamiento de todos aquellos átomos no espirituales, que tan ciertos nos parecen auqnue nadie nunca los haya visto.
Sin embargo, explicar qué entendí, qué creí comprender, creo que es un regalo que no se puede dar. Algo que sacia sólo cuando uno tiene sed, y no en cualquier momento. Así que lo que les va es mínimo.
La corrupción de un ángel, que es la cuarta parte de la tetralogía El mar de la fertilidad, es además el final de Honda, un personaje que atraviesa los cuatro libros, y en torno al cual la pureza, la belleza y la pasión giran y se le ofrecen, sin que éste sepa realmente que hacer con ellas, aunque intente comprenderlas a fondo, con la más noble disposición. A lo largo de El mar de la fertilidad, y de toda la obra de Mishima además, el sacrificio y en especial el suicidio, o la presencia de una muerte bella y trágica, se revelan como la respuesta a distintas preguntas o situaciones. Nunca iguales, por cierto, pues las motivaciones y el tipo de pureza o sensación que se manifiesta en ellas es siempre distinta, y además siempre cuestionada, casi hasta el absurdo.
En todos los libros hay personajes que cuestionan estas acciones y no queda claro, por supuesto, la verdadera posición de Mishima hacia esta acción. Y cualquier forma unificadora de explicarla, como la simplista visión de Yourcenar en su libro Mishima o la tentación del vacío, no hacen sino reducir la comprensión de esta idea, y por lo tanto hacen más absurda la acción misma de su muerte, y de todo lo que nos brindó en su vida.
Porque la verdadera tentación de Mishima era la vida, no el vacío, y su muerte, más allá de cuestionarla o validarla, fue una forma de rechazar aquella tentación, en la que cayó por mucho tiempo, y que casi lo destruye en vida, y lo transforma en otro, lo que hubiese sido una forma aún más trágica de muerte, y por cierto, menos significativa.
Reproduzco a continuación un fragmento de La corrupción de un Ángel, donde se nos habla de una variante de este suicidio, o de las razones que podrían llegar a validar, según las palabras de uno de los personajes, esta acción:

“-No me mires así. Tampoco yo he pensado en eso se­riamente. No me gustan esos tipos débiles y enfermos que se suicidan. Pero existe una variedad que acepto. Las personas que se suicidan para afirmarse como tales.
-¿Qué clase de suicidio es ése?
-¿Te interesa?
-Un poco, quizás.
-Entonces te lo explicaré.
-Imagínate un ratón que piensa que es un gato. No sé cómo, pero lo piensa. Pasa por todas las pruebas y llega a la conclusión de que es un gato. Cambia su visión de los demás ratones. Son carne para él y nada más, pero se dice a sí mismo que se abstiene de comerlos sencillamente para ocultar el hecho de que es un gato.
-Supongo que se tratará de un ratón bastante grande.
-Eso no importa. No se trata de tamaño sino de con­fianza. Está claro que el concepto de «gato» se ha impues­to a la apariencia de «ratón». Nada más. Cree en el con­cepto y no en la carne. La idea es suficiente, el cuerpo nada importa. El placer del desdén es máximo.
»Pero un día -Furusawa alzó las gafas y mostró una arruga junto a su nariz-, pero un día el ratón se topa con un auténtico gato.
»-Voy a comerte -dice el gato.
»-No puedes -replica el ratón.
»-¿Y por qué no?
»-Los gatos no se comen a los gatos. Es imposible como cuestión de instinto y como cuestión de principio. Yo soy un gato, sea cual fuere mi apariencia.
»El gato se retuerce de risa. Ríe tanto que sus zarpas se agitan en el aire y su blanco y peludo vientre se estremece. Luego se levanta y empieza a comerse al ratón.
»-¿Por qué estás comiéndome?
»-Porque eres un ratón.
»-Yo soy un gato. Los gatos no se comen a los gatos.
»-Eres un ratón.
»-Soy un gato.
»-Demuéstralo.
»-En consecuencia el ratón salta en la tina de la colada, toda blanca de espuma y se ahoga. El gato mete una zarpa en el agua y luego se la lame. La espuma sabe horrible­mente. Así que deja el cuerpo flotando allí. Todos sabe­mos por qué el gato se marcha sin comerse al ratón. Por­que no es algo que pueda comer un gato.
»A eso me refería. El ratón se suicida para afirmarse. Desde luego no consiguió que el gato le reconociera como otro gato ni cuando se mató pensaba lograrlo. Pero se mostró valiente y perspicaz y rebosaba dignidad. Ad­virtió que en la ratoneidad existían dos partes. La prime­ra consistía en que era un ratón en todos los detalles físi­cos. La segunda, que resultaba comestible para un gato. Ésas dos. Había renunciado hacía largo tiempo a lo refe­rente a la primera pero aún había esperanza en la segun­da. Muere frente a un gato sin ser devorado y se afirma a sí mismo como algo que los gatos no comen. En esos dos aspectos ha resultado no ser un ratón. Todo eso. Era sen­cillo además demostrar que era un gato. Si algo que tenía la forma de un ratón no era un ratón, entonces podía ser cualquier otra cosa. Y así el suicidio es un éxito. El ratón ha conseguido afirmarse. ¿Qué piensas?»
(…)
-¿Y asombró al mundo la muerte del ratón?
-¿Cambió de alguna manera la visión que del ratón te­nía el mundo? ¿Se difundió la verdad de que había existi­do algo que tuvo la forma de un ratón pero que no era un ratón? ¿Hubo alguna grieta en la confianza de los gatos? ¿Se hallaban los gatos suficientemente afectados como para impedir la difusión de aquellas palabras?
»No te sorprendas. El gato no hizo absolutamente nada. Lo había olvidado. Estaba lavándose la cara y acomodándose para dormir un poco. Rebosaba gatuneidad y ni siquiera era consciente de ese hecho. Y en la pesadez de su sueño sobrevino sin esfuerzo alguno lo que el ratón había deseado tan desesperadamente lle­gar a ser. A través de la inactividad, de la satisfacción consigo mismo, de la inconsciencia, podía llegar a ser cualquier cosa. El cielo azul se extendió sobre el gato dormido, cruzaron bellas nubes. El viento transmitió al mundo la fragancia del gato, los pesados ronquidos eran música…”


Obviamente este fragmento es sólo uno de los que se aborda este tema. Por ejemplo en Caballos desbocados la idea del suicido es motivada por razones mucho más claras, y rotundas, en oposición a algo, y no por refuerzo de uno mismo, por decirlo de una forma simple y rápida. Donde el concepto de pureza al que se asocia el suicidio, permanece inmaculado.
Y ese concepto, el de Caballos desbocados es el que comúnmente se ha querido encontrar en la muerte de Mishima, erróneamente.
Mishima amaba mucho más la vida como para hacer eso. Pero también fue consciente de su extravío, de su transformación, de su alejamiento. Sintió que había habido algo especial en él y que lo había perdido, y dudaba que hubiese existido. Vean el siguiente fragmento:
“¿Crees que coinciden tus esperanzas y las de alguien más, que alguien puede hacer realidad fácilmente tales esperanzas? Las gentes viven para sí mismas y piensan sólo en sí mismas. Tú, que piensas más que nadie en ti mismo, has ido demasiado lejos y te has cegado.
Creíste que la Historia tiene sus excepciones. No las hay. Pensaste que la raza tiene sus excepciones. No las hay.
No existe un derecho especial a la felicidad, como tampoco lo hay a la infelicidad. No hay ni tragedia ni genio. Tu confianza y tus sueños carecen de fundamento. Si existe en esta Tierra algo excepcional, una belleza especial o una maldad especial, la Naturaleza lo encuentra y lo arranca. Todos deberíamos haber aprendido ya esa dura lección, la de que no hay elegidos (...)
¿O pensaste que eras un genio más allá de toda compensación?...”
Creo que la única manera que vio Mishima para validarse a sí mismo, para demostrar que sus sueños no carecían de fundamento fue justamente darse muerte. Aunque suene absurdo.
Imagínense que yo de pronto les digo que el hombre puede volar, y nadie me cree, y yo voy hasta el edificio más alto y me arrojo al vacío. Y obviamente me reviento en el suelo... pero en ese acto, algo se valida, el mismo acto de creer y lanzarse por eso da la certeza de que ese algo, esa posibilidad existe.
Me permito mezclar y cerrar la idea con Severo Sarduy, un cubano que escribió precioso hasta que se fue cerrando, y sus personajes se hicieron grotescos y se enmascararon, y se hizo símbolo de todo aquello que criticaba en un inicio, y en cierto sentido se perdió a sí mismo (ya hablaré alguna vez de Gestos, De dónde son los cantantes y Cobra, sus tres primeras y mejores novelas, auqnue en la tercera ya se estaba cerrando...).
El punto es que antes de morir Sarduy escribió unos apuntes, muy lejanos a aquella persona en que se había convertido, y entre ellos se encontró lo siguiente: "Aposté. Y perdí. Pensé que en el hombre había una parte de Dios. Hoy me encuentro apesadumbrado, y solo."
Creo que Mishima también participó en esta apuesta. Y estaba perdiendo, y su muerte fue la única forma de no perder, o de perder y darle un pequeño triunfo a quien quisiera creerle, a través de su acto.
Y sí, creo que todos hemos apostado por esto en algún momento. Y hemos perdido en ocasiones. Y no sé realmente si exista la posibilidad de ganar en todo esto, ¿pero saben? Yo también aposté, y perdí, (sin ser Mishima ni Sarduy ni nadie parecido) y me duele adentro y siento que me arrancan algo vivo, y ya no aguanto. ¿Pero saben? Volvería a apostar de nuevo, todo, y aunque pierda, aunque no haya chispa de Dios en el hombre ni en ninguna parte, aunque la comprensión que uno anhela y la belleza que una espera, la compañía, la mujer, la familia, nuestros hijos, todo, haya quedado atrás definitivamente… volvería a apostar. Y aunque sólo quede yo al final y no haya nada que ganar con todo esto. Pues sé que hay algo que terminaría brillando, espero. Una chispa para alguien.Y eso ya es ganancia. Y es quizá la pequeñísima parte de Dios, que puedo inventar o traspasar, y sobre todo regalar, ayudando a que exista dentro mío.

10 comentarios:

  1. Despues de leer tu publicacion llegue a la conclusion de leer el mar de la fertilidad y honda antes de la corrupcion de un angel, queria leerlo primero ya que me senti de alguna manera identificada por el titulo pero mas q comprender quiero deleitarme. Ahora siento un gran interes por las obras de yukio mishima .

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    1. Sí... tienes que leer los tres antes: nieve de primavera, caballos desbocados y el templo del alba.... luego la corrupción de un ángel (esos cuatro libros juntos, que narran la historia de honda, forman el mar de la fertilidad).
      Suerte con la lectura aunque es difícil de muchas formas.
      Saludos.

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  2. No tengo el conocimiento ni la entereza que se necesitan para entender algo así. Siento que me perdí en las tinieblas, que se me enfrió el alma. Aun así, percibo que hay esperanza, y lo creo, como una manera de contrarrestar el miedo

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  3. no es conocimiento... y sí, tienes razón. gracias por leer.

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  4. Acabo de terminar La Corrupción de un Angel y el final me desconcertó.

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  5. Es todo un reto leer El mar de la fertilidad, un reto en el cual salir avante es un acto de heroísmo. Sobre todo en la tercera parte, El templo del alba, para mí que no estoy interesada en lo absoluto en el tema de la reencarnación fue un tiempo frío y sin rumbo. Espero retomar el rumbo con el último volumen de ésta tetralogía por demás interesante y maravillosa. Me ha gustado mucho tus comentarios y me he animado a seguir adelante.

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  6. Vian...muchas gracias por este ensayo, verdaderamente es un gran interpretación del heroísmo que está detrás de esta literatura y no solo eso, sino del Hagakure, pequeño texto de caballería en que se basaba este autor.

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    1. Gracias, pero no sé si da para buen texto (salvo la cita), acá escribo de corrido no más... :)

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  7. MIshima no se entiende.
    Se siente !!!!!!!!!!
    te la das de intelectual....
    y sólo das lástima.
    dedicate a Harry Potter

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