jueves, 25 de marzo de 2010

Agradecimientos varios: a Carlos Cariola, a una actriz que desconozco y a un amigo Gordo-Flaco.

Que espere Kurosawa para escribir un poco. Estaba viendo Barba Roja, y recibí algunos mensajes y me enteré de un problema, ahora físico, de mi primo. De cierta forma me alegro de que todo pueda reventar por ese lado, aunque sé que a él no le debe agradar mucho, por supuesto. Espero que sea una buena manera de limpiarse, y de sanar otras cosas.
Yo estoy un poco igual, con las manos tiritonas así que tipeo mal de vez en cuando y debo retroceder a mirar de reojo lo escrito, que es además la única corrección que le hago a estas cosas.
Como también escribo "en serio", ya se verá en algún momento... debo reconocer que me hiere el orgullo escribir aquí, de pasada, aunque ya dije alguna vez que alguna utilidad tendrá. Y no me atrevo a darle a mis conocidos esta dirección y quizá sea siempre yo, el que esté hablando conmigo y me una al clan de los perros que buscan morderse la cola, o al de los escolares despistados que intentan sacar algo de la mochila teniéndola puesta y terminan dándose vuelta de una forma parecida.
Como sea, ya lloré harto hoy día y creo me sentí mal lo suficiente, así que contaré otras cosas. Por ejemplo sobre una obra que vi ayer en el Teatro de la Católica. Debo haber sido el único que no se rió en la sala, y no fue por falta de alegría, sino porque me emocionó tanto y ando tan tonto (digamos mejor mamón a secas, total nadie lee esto) que me emocionaba ver ese humor limpio, ese homenaje al antiguo teatro chileno, en primera instancia, que se estaba mostrando.
La obra era Entre gallos y media noche, una obra (un sainete si me pongo estricto) de Carlos Cariola, representada por excelentes actores, muchos de antaño y otros nuevos en los que se notaba un espíritu que iba también más allá de ellos y que parecía estar presente en cada momento. Los patrones, el fundo, el coronel retirado, el proletariado, la picardía, los romances prohibidos que aspiran a un beso o a un matrimonio. (Dar un beso o la vida entera es lo mismo cuando se quiere entregar lo que tenemos al otro). El humor limpio que tiene también un espíritu limpio, y que nos da alegría todavía a todos. Y a mí, además, me transmite fe en los otros al ver como se ríen, como la caricatura de nosotros mismos, del espíritu sencillo de desear la libertad, o un a or simple, está presente todavía en muchos de nosotros.
Obra con intermedios, con comerciales de otra época, con el cierre característico de aquellas antiguas presentaciones, con un charleston y una cueca final recordándonos que eso vive ahí todavía y esa vida tiene una sucursal chiquita en nosotros, que todavía no ha cerrado y en la que te entregan un dulce al darte el vuelto. Como una lámpara vieja que encontramos en el cuarto del fondo y descubrimos, en medio de un apagón, que todavía enciende, y nos produce una doble alegría: descubrir que enciende y alumbrarnos, obviamente, pero también descubrir que aún podía alumnrarnos algo que creíamos muerto, oxidado, apagado sin vuelta.
Como dato aparte, la función de ayer era para profesores (ya hablaré de lo especial que es asistir a eso, las pintas, los tics y el stress soltándose por la sala... las pruebas revisadas mientras comienza la obra y hemos tomado asiento, las ropas nuevas sin tiempo a ser estrenadas, en fin, ya tendrá turno ese tema) por loq ue necesidad de alegría supongo era mayor aún.
También si quisiera pordría forzar (auqneu quizá no sea forzar, quién sabe) una lectura extraña en aquella comedia. Está el personaje de Jesús que tiene un romance escondido con Magdalena. De Jesús nadie sospecha porque supuestamente no está interesado en las mujeres. Y de pronto toda la obra podría tomar un peso bíblico, por llamarlo de algún modo: Las negaciones a Jesús; el amigo que lo ayuda y a quien sólo se nombra una vez, y su nombre es Pedro (el enviado y cómplice de Jesús en las acciones)... por nombrar algunas. La obra además termina en un gallinero y uno podría pensar en las negaciones de Pedro antes que canten los gallos. Gallos que por cierto aparecen muertos en la obra... Pero dejémosle eso mejor a los profes de teoría a cuyas clases no asistí o que escuché desde fuera, o desde los libros, para no darles el gusto de creer que tienen a otro que crea en aquello y descrea a la vez de aquello que amamos cuando entramos a estudiar con ellos: la liteartura propiamente tal. Sin artificios. Como un ser vivo. Como el regalo de alguien, hecho especialmente para aquel que quiera recibirlo.
En fin, prefiero olvidarme de eso y acordarme mejor del final, para aprovechar también de poner cierre a este escrito. Y recordar por ejemplo la añoranza en los rostros de los actores y actrices mayores, y el rostro lleno de un aire nuevo de una de las actrices hacia el final de la obra, como si algo proveniente de esos tiempos estuviese floreciendo también en ella y la hiciera sentirse viva. Si hasta pensé, al mirar su rostro cuando salió sin maquillaje, hacia el final, que algo de esa luz de lámpara oxidada también la había iluminado por dentro, y le daba una belleza especial, una fe en los espectadores quizá, que también debe ser necesaria para ellos, así como en uno la respuesta de los alumnos, quizá, o algo parecido.
La actriz hacía el papel de Filomena, recuerdo. Y algo que brillaba en ella también me alumbró a mí. Le agradezco entonces, a ella y a los otros, por supuesto, por haber visto esa alegría y haberla compartido con nosotros... Tanto le agradezco, como un amigo de cien kilos (extrañamente gordo por delante y flaco visto desde atrás) quien dejó su bruteza de lado pa decirme que tuviera fuerza, pa decirme "arriba cabro lindo", y yo que no lo merezco (y ade´más que nome decían lindo desde hacía harto), sintiera que es de esas pequeñas grandes cosas (como el comercial de soprole) de las que hay que afirmarse pa volver a creer en uno, y en los otros. Y sonreír, de a poquito, otra vez.
Como antaño.

1 comentario:

  1. Leerte me hace compañía. Es como si alguien me contara un cuento, un cuento sobre otro alguien, otro alguien que a veces, se parece a mi.

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