domingo, 28 de marzo de 2010

Excusas y otra voz: Las cosas vivas

Algo que me propuse cuando empecé este blog, fue no incluir mis textos literarios, y no trabajar ni arreglar ni preparar todo aquello que escribiese acá, principalmente porque quería ser honesto y entenderme y compartir y hacer más conscientes algunas cosas que de pronto pasan y se pierden ahí sin ser ni siquiera esbozadas. Sin embargo, pensándolo bien, todo lo que escribo, por más que la voz cambie y el estilo, mantienen una misma postura y si bien pueden ser entendidos de distinta manera y a algunos les choque mi corriente “sensiblera” o alguna más “agresiva”, por llamarlos de la forma más estúpida que se me ocurre, creo que dando cuenta de ambas es que puedo también dar mejor cuenta de mí mismo.
Después de todo uno también se agota yendo por un mismo camino, o al mismo ritmo siempre. Creo que con mis escritos varío a veces el camino, pero me dirijo al mismo sitio todo el tiempo. No deja de gustarme Tarkovsky cuando veo las películas de Peckinpah, ni se aleja de mí el gusto por Céline cuando leo a la Lispector o a la Yoshimoto.
Como sea, la concesión que me tomaré será incluir algunos textos también sin mucho trabajo, y que puedan… ya, qué tanto, si además no tengo ni lectores…
Como después de ver tres horas de Kurosawa y casi dos más de Sokurov (La voz solitaria del hombre), una parte de mí a la que no le he dado bola entre tanto dolor y sanación me alega que también existe y me recuerda algunos de sus actos... ¿y saben?, me alegra escucharla, porque siento es una energía que reconozco en mí y que me viene a saludar y a decirme que también tomó una decisión, y me contó cómo:

Las cosas vivas.

Estoy frente a la sicóloga laboral
Necesito el trabajo y en eso pienso
Mientras ella me hace toda clase de preguntas:

Que si hago algún deporte
Que si me gusta la música
Que si pienso que los parques son bonitos
Y si me gusta regar los árboles

Luego pasa a las fichas
Hasta ahora voy bien, pienso
Y ella pone las manchas sobre la mesa

En la mancha donde hay un hombre moribundo
Le digo que hay un niño jugando con un perro
Donde hay un tipo cortándole la cabeza a otro
Le digo que hay un anciano podando rosas
Y así seguimos con el asunto

Me preocupo de proteger al tipo que dibujo bajo la lluvia
Y le pinto una gran sonrisa
Casi tan grande como el paraguas
Lleno de flores al árbol y le dibujo hasta niños trepando
Y jugando entre las ramas

Entonces ella comienza a contar una historia
Y como hace calor se saca la chaqueta
Y mientras sigue hablando
Me fijo que no lleva nada bajo la blusa
Y la historia se me va de las manos

Ahora le voy a dar unos minutos
Para que decida el final para esa historia
Me dice
Y sale por una puerta que hay detrás de mí

Al volver me fijo que ha desabrochado otro botón de la blusa
Y me pregunto si acaso es otra parte del test
Y evado la mirada lo más que puedo
Para contestar también correctamente a aquello
Y como soy un genio
Le inventó un grandioso final a aquella historia que no escuché
Adornando frases hechas
Y cerrando con algo parecido a
“y fueron todos felices”
que parece dejarla contenta

La sicóloga sonríe entonces
Y me dice que sí, que cree que soy apto para el puesto
Que esto es confidencial por supuesto
Y que entregará el informe lo antes posible

Entonces me pasa una última imagen
En ella se ve un montón de gente en las afueras de un centro comercial
Me fijo que hay árboles, algunas mascotas
Y un montón de familias que caminan cargadas
De bolsas

Quiero que encierre en un círculo las cosas vivas, me dice
¿Las cosas vivas?
Sí, las cosas vivas, contesta

Entiendo que hay un error en aquella frase
Y algo me molesta
Me molesta tanto que dejo incluso de atisbar bajo la blusa

¿Es necesario? Le pregunto
Ella asiente y espera

Entonces tomo la imagen y busco qué marcar
Tengo en mi mano un plumón verde un poco grueso para el tamaño de la imagen
Y busco
Paso mi vista por las parejas y sus bolsas
Por los niños que van con un videojuegos en sus manos
Por los perros y sus correas
Por los árboles uniformes en su cuadrado específico de tierra
Y no me decido por nada
Comienzo a transpirar y me doy cuenta que ya no tendré el trabajo
Y que no valió la pena el esfuerzo

Por un instante pienso en abrirme la camisa
Y hacerme una gran marca de plumón en el pecho
Pero estoy algo gordo y además
Esta es la única camisa decente que tengo y puede estropearse

Tomo entonces los papeles y mi ficha
Y busco una ventana para arrojarlas
Pero descubro que no la hay
Así que las rompo ahí mismo

Acabo de recordar que siempre he querido otro trabajo
Le digo
Y además es cierto
Y entre la sorpresa de la secretaria
Que rápidamente retrocedió y se abrochó el botón de la blusa
Que antes se había desabrochado
Le robo un lápiz pasta bic y un par de hojas blancas
Donde escribo esto ahora

Y como sobra aún un espacio en las hojas
Alcanzo a escribir una última observación
Y es que así como la secretaria
No llevaba ropa debajo de la blusa
Tampoco debía haber tenido ninguna de aquellas cosas vivas
Que quería que marcara
Debajo de sus tetas
De eso estoy seguro

Y siento que este nuevo trabajo es agradable
Y sobre todo fácil de realizar
Para un genio como yo

2 comentarios:

  1. Las cosas vivas. Es mu entretenido se guir la secuencia,me reí mucho. eres muy observador y bueno para evocar sensaciones e imágenes a través de las palabras.

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  2. dejando el sarcásmo de lado del comentario anterior, dejo un saludo y un video al que le tengo mucho cariño y que por un momento recoré
    http://www.youtube.com/watch?v=Ihvhd48DzV8&feature=related

    ResponderEliminar

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