“Los muertos siguen muriendo
y en ellos, los vivos”.
P. A.
I.
Me dijeron que recordara.
Que hacerlo era importante.
Que la verdadera clave estaba en eso.
Tanto me lo repitieron que terminé por realizarlo,
aunque sin querer hacerlo, en realidad.
Y es que yo quería rebelarme, pero no sabía realmente contra qué.
Y además -debo reconocerlo-, siempre he tenido un lado cobarde.
Por lo mismo –y porque ese lado cobarde es sin duda mi lado más grande-,
terminé memorizando un gran número de cosas, que luego oculté.
Esa lámpara y esa rueda, son algunas de esas cosas.
II.
No les miento.
Pueden comprobarlo incluso, si prefieren.
La rueda esa es un engaño.
Tan perfecta parecía y ya no gira.
O nunca giró, tal vez.
A veces, incluso, siento que le digo rueda, simplemente por cariño.
Porque me recuerda a algo que aprendí, y que probablemente ya olvidé.
Igual que el lugar donde oculté, cada una de estas cosas.
III.
Por último, llega el turno de las lámparas.
No de todas, por supuesto, sino solo de aquella que oculté.
Estaba junto a otra, que al menos en principio, parecía ser la misma.
Esa lámpara duró encendida más tiempo que la otra, me dije, recordando.
Más tiempo encendida, aunque no iluminó muy bien.
Mientras lo hizo, sin embargo, yo me dediqué a recordar, lo más que pude.
Y esto, por otro lado, fue lo que no olvidé.
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