-Sale que el uber llega en cinco minutos… Mejor nos despedimos.
-Llámame cuando llegues, porfa.
-¿Cómo?
-Que me llames cuando llegues, por teléfono... Una llamada cortita, nada más.
-Quieres que te llame cuando llegue, ¿eso dices?
-Sí.
-¿Y para qué?
-No importa, pero llama eso sí.
-¿Cómo no va a importar? ¿No es absurdo, acaso…?
-Solo te digo que llames cuando llegues… Es tarde y ya sabes, muchos lo hacen. Para saber si llegaste bien, nada más.
-¿Si llegué bien?
-Claro, bien. Sin novedades, digamos.
-Entiendo. Quieres que te llame para que tú estés tranquilo.
-No dije eso.
-Pero es eso, ¿o no?
-Puede ser, pero haces que suene mal.
-Suena lo que tú dices... Yo solo te aclaro lo que es.
-De acuerdo… Si quieres no llames. Puede ser un mensaje, si quieres. Un ok., nada más.
-Sabes que me demoro en llegar, ¿acaso vas a estar esperando a que llegue, inquieto hasta que llame?
-No sé si inquieto, pero me ayudaría saber que llegaste bien.
-Además cuándo te aviso que llegué… ¿cuando llegue fuera del condominio, cuando entre, cuando abra la puerta de la casa, cuando ya esté segura, acostándome…?
-Elige tú. Llama cuando sientas que llegaste… o que todo está bien.
-No sé si siento eso, alguna vez.
-Yo lo haría, ¿sabes?
-¿Qué cosa?
-Llamarte. Si tú me lo pidieses yo te llamaría sin problemas.
-Pero no lo haces.
-¿Cómo quieres que lo haga si yo me quedo?
-Pues no es cuestión de quedarse o no quedarse. Es avisar que estás bien.
-¿Quieres que te llame cuando sienta que todo está bien?
-No lo sé. Te lo decía de ejemplo, nada más.
-¿No vas a llamar entonces?
-No sé. No creo… Ya llegó el Uber… chao.
-Chao. Llama cuando llegues, si quieres. O si todo está bien…
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