lunes, 14 de abril de 2025

Me castigaron una vez.


Me castigaron una vez.

No recuerdo por qué.

De hecho, ni siquiera estoy seguro que me hayan castigado.

Mis recuerdos, en este sentido, son confusos.

De todas formas, si me castigaron, supongo que lo merecía.

Por lo mismo, dejo en claro que lo acepto, sin reparos.

Nunca he evadido mis responsabilidades.

Incluso siento culpa, hasta cierto punto, cuando pienso en ello.

Y es que tal vez, me digo, hice algo verdaderamente malo.

Tan malo que incluso lo olvidé.

O que me obligué a olvidarlo.

Sí, por eso deben de haberme castigado.

Los castigos no se dan porque sí, después de todo.

Lo que quiero decir es que si no son merecidos, dejan de ser castigo.

Y simplemente es daño.

He pensado sobre esto varias veces.

Sobre si duele más, me refiero, el daño o el castigo.

Nunca llego a conclusiones, en todo caso.

Las hago parecer, pero lo cierto es que no son.

Y claro, esto también podría ser la razón para el castigo.

O una razón más, al menos.

Por otro lado, si lo hicieron, estoy seguro que fue solo una vez.

De eso sí -aunque no sé por qué-, me siento más seguro. 195

Un castigo a modo de correctivo, me digo entonces.

Eso percibo que sé.

Y que el castigo, me parece, dura todavía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales