martes, 25 de noviembre de 2025

Una escena extraña.


Vi una escena extraña, el otro día, en el matrimonio ese al que me sentí obligado a ir. Nada que ver con la novia o el novio, en todo caso. Nada tan importante, quiero decir. Ni tan central. De cualquier modo, es algo que no he podido sacármelo de la cabeza desde entonces, así que mejor te lo cuento. Lo que vi, en concreto, durante la fiesta de matrimonio, fue a un mozo frente a otro mozo. Ambos con trajes de trabajo y cargando sus bandejas, como debía ser. Todo normal, digamos, salvo que estaban extrañamente posicionados uno frente al otro. Sin mucho espacio entre ellos y sin interacción con ninguna otra persona del lugar. Uno de los mozos, por cierto, tenía bocadillos en la bandeja, mientras que el otro llevaba copas de vino. Ambos permanecían así, uno frente al otro, muy correctos en su postura, aunque comiendo o bebiendo de aquello ofrecido en la bandeja del otro. Cuando los descubrí en esto los observé con mayor atención. Por esto, pude darme cuenta que luego de un rato intercambiaban bandejas y aquel mozo que había comido bocadillos pasaba ahora a tomar vino y viceversa. Probablemente no me creas, pero te aseguro que estuvieron así durante prácticamente toda la fiesta. O al menos, hasta que comieron y bebieron todo lo que estaba en sus bandejas, y se fueron del lugar. No puedo asegurar, sin embargo, si luego de esto regresaron con nuevas bandejas, pues yo aproveché ese instante para irme de la fiesta. No me despedí de nadie, como siempre, aunque en esta oportunidad al menos había visto algo singular, lo que me llevó a abandonar el lugar sintiendo que no había perdido el tiempo, del todo. Ya ves que es extraño, ¿no crees?

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