lunes, 29 de agosto de 2016

Se caen los demás de sí mismos.


Se caen los demás de sí mismos.

De sus creencias se caen.

De lo que dicen que son.

De lo que dicen que sueñan.

De lo que dicen que aman.

Nadie les dice que mienten.

Ya no saben siquiera que caen.

Parecen seguros.

Creen que sus huesos los sostienen.

Pero no se preguntan qué sostiene al hueso.

Por eso caen de sí mismos.

Por eso y porque su sí mismo no está adherido a sitio alguno.

Días sin horas.

Cristo sin cruz.

No tienen donde asirse.

Yo casi los comprendo.

Lamentablemente los comprendo.

Y es que si soy sincero.

No estoy aquí pa levantar hueones.

Disculpen que lo diga así, pero no voy ya con eufemismos.

Hoy estoy cansado.

Tal vez los decepcione.

Pero yo mismo cuelgo apenas de mí mismo.

Las creencias están débiles.

El amor está muy lejos.

Los sueños cuelgan siempre de la última hebra.

Estoy cansado.

Lo diría de otra forma, tal vez, pero no puedo.

Y es que eso es lo que se oye cuando se acaban los adornos.

Cuando los otros no resisten la farsa.

Cuando se vienen abajo, sin más.

Así se caen los otros.

De sus creencias se caen.

Y así el mundo, a fin de cuentas, parece cada vez 
más indestructible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales