sábado, 2 de mayo de 2015

Contar peces.


Frente a un acuario me pongo a contar peces.

Cuando llego a 17 siempre me pierdo.

Tal vez los cuento para hacerlos reales.

Al menos eso pienso.

También me fijo en los colores.

Colores que están allí, pero son otra cosa.

El azul, por ejemplo, el rojo, o los cuatro peces amarillos.

Benditos esos peces que no confían su vida a nadie.

Solo su color.

Solo su número.

Y ninguno, por cierto, les pertenece.

Con todo, no estoy aquí culpando a los peces ni de lo más mínimo.

Después de todo, nunca sabemos cuándo somos sinceros.

El color que mostramos.

Y hasta la vida que tenemos, si se piensa.

Los peces, en cambio, nadan desnudos en el agua.

Son de distintos colores y hay más de 17.

Y es que siempre me confundo en esa cifra, no sé bien por qué.

Puedo asegurar, sin embargo, que he tratado de llevar las cuentas con exactitud.

Mi rigurosidad comienza donde flaquea mi fe.

Pero los peces…

Los peces no saben, digamos.

Ni siquiera sé si me distinguen.

Aunque claro, hay uno de los amarillos que parece querer decirme algo.


Pasa el tiempo.

Vuelvo a intentar contarlos.

Vuelvo a anotar sus colores.

Pero los peces…

1 comentario:

  1. Quizás el margen de memoria se contagie. Ellos no superan los tres minutos, dicen. Lo suficiente como para contar hasta 17 tal vez
    =)

    ResponderEliminar

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales