I.
Alguien pidió un voluntario.
No explicaron para qué.
Entonces, al parecer, me ofrecí.
Eso entendí, al menos, con el paso del tiempo.
Una pequeña reacción, tal vez, ante una chispa
adecuada.
Eso, al menos, entendí.
II.
Si fluyes, eres voluntario.
Eso creo yo.
Negarse es una acción más difícil de realizar.
No participar.
Dar un paso atrás.
O al costado.
Ser voluntario en cambio, es fruto de un reflejo
involuntario.
Como respirar.
Como retirar la mano del fuego.
Vivir incluso, si lo piensas, es un reflejo involuntario.
III.
Una vez vi un cuadro donde cientos de cerdos se
lanzaban por un barranco.
A veces pienso en ese cuadro.
No me causa una mala sensación.
Aunque es, sin duda, una sensación distante.
De cierta forma lo relaciono con el negarse a ser
voluntario.
IV.
Una vez voluntario, tampoco me explicaron para qué.
Es extraño, por supuesto.
Puedo admitir eso.
Tal vez soy voluntario para reconocer que serlo sin
explicación, es algo extraño.
Y poder admitirlo, de paso.
Esa es una posibilidad.
V.
Otra posibilidad abarca un poco más de aspectos.
Tal vez para ellos me ofrecí voluntario.
Para escribir.
Para intentar comprender.
Y hasta para sufrir un poquito de vez en cuando.
Todo para preservar mi voluntad para algo más puro.
Todo para no ser como un cerdo que se lanza por un
barranco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario