-Soñé que mi refrigerador estaba lleno de verduras –dijo
D-. Un montón de verduras desde hace mucho tiempo.
-¿Verduras podridas? –preguntó G.
-No podridas, necesariamente… no en descomposición,
me refiero…
¿Y entonces?
-Pues no sé… por ejemplo, lo que más había eran
papas con brotes muy largos…
-¿Papas con brotes?
-Sí… como con esos tallos que le crecen, cuando las
dejas mucho tiempo…
-Ya… ¿pero qué hacías con esas papas?
-¿En el sueño?
-Claro, en el sueño.
-Recuerdo que las tomaba desde el refrigerador,
mientras lo mantenía abierto… y las miraba… me acuerdo porque las alumbraba la
luz del refrigerador…
-¿La luz que se enciende cuando lo abres?
-Sí, esa…
-¿Y…?
-Luego las miraba… tal vez pensando si podían
comerse o no… con esos brotes… pensando si eso era bueno o era malo…
-Si era bueno o era malo qué… ¿qué tuvieran brotes?
-Sí… no bueno o malo para mí, en todo caso… si no
para las mismas papas… para el refrigerador incluso… no sé bien cómo explicarlo…
-¿Y llegabas a alguna conclusión?
-Pues no… en el sueño no… solo pensaba que tal vez
no era bueno comerlas, porque las imaginaba amargas…
-…
-De todas formas la clave era que no sabía si era
realmente algo malo… pasando de mí, me refiero, y de los efectos que me
produjera…
-…
-Me refiero a que me cuestionaba en el fondo si aquello
era malo para el mundo si quieres… para el universo incluso…
-¿Y todo eso por una papa con brotes, en un sueño…
y bajo la luz de un refrigerador?
-Pues sí… más o menos… ya sabes como soy…
-Sí… ya sé cómo eres… -dijo G., acercándose a D. y
besándolo en la mejilla-. Como una papa con brotes.
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