Todo es real siempre.
Eso dice el tatuaje de una chica que atiende en una
panadería, cerca de casa.
Lo tiene escrito en un antebrazo y, al parecer, es
su único tatuaje.
No suele hablar con nadie y atiende de manera seca, por lo que no da oportunidad de
saber nada de ella, además de lo que dice el tatuaje.
Una vez se dio cuenta que lo leía –suelo hacerlo
cada vez que me atiende, como si quisiera verificar que no ha cambiado-, y tras
percatarse escondió en lo posible su brazo.
Desde entonces trato de no mirarlo directamente, o
de disimular al menos, si lo hago.
Y es que me obsesiona esa frase.
A veces me parece verla escrita en distintos sitios
y me provoca un gran desasosiego.
Todo es real
siempre, me parece leer en algún letrero.
Todo es real
siempre, parece decir alguien mientras leo un libro o veo alguna película.
Supongo que la chica de la panadería no sospecha realmente
qué es lo que me ocurre, y debe pensar que ella me gusta o algo parecido.
De todas formas la incomodo, puedo notarlo.
Un día de estos le explicaré que es lo que sucede,
aunque en realidad no sé si sabré cómo explicarme.
Todo es real
siempre, le diré, simplemente.
Y ella tendrá que entender, supongo, si sabe qué es
lo que tiene escrito.
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