Detente,
me dijo, pero siguió avanzando.
Piensa que
todo el camino que avanzas lo tendrás que hacer de vuelta.
La gente
olvida que debe regresar, ¿no crees?
En principio pensé que lo decía por el cansancio,
pero luego habló un poco más.
Seguimos caminando.
Los lugares,
continuó.
Los verás dos
veces.
Con otra luz
si volvemos tarde, pero los verás dos veces.
Yo no entendía de qué hablaba.
Incluso pensé que podría afectarle la altura.
Por otro lado, no estaba cansado y quería seguir,
así que preferí no hacer comentario alguno.
Hay lugares
que no son para ver dos veces, agregó.
Aunque sea
con otra luz.
Y te parezcan
distintos.
Hmmm,
murmuré, por cortesía.
Hay gente incluso
con esa característica, siguió.
Tal vez ahora
mismo estés pensando que yo soy una de esas personas…
No contesté.
Avanzamos así durante dos horas más.
De vez en cuando hablaba de algo que parecía tener
cierta profundad, pero yo prefería no escuchar.
De hecho, mientras caminaba, pensaba en que sus
palabras podían estar, en realidad, profundamente vacías.
¿Crees que es
correcta la expresión “profundamente vacía”?, le pregunté entonces.
Era lo primero que decía desde hacía varias horas
así que supongo que causé cierta sorpresa.
Y claro… tal vez en venganza, no contestó.
Poco después descansamos un rato y comenzamos el
descenso.
Como iba delante no me di cuenta cuándo se separó,
pues recién al llegar a la base me di cuenta que estaba solo.
No sé qué más agregar al respecto.
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