I.
¿Grita la mosca cuando le arrancan las patas?
¿Y si gritara?
¿Hacia quién gritaría?
¡Pobre mosca…!
¡Insensata…!
Los astros sordos solo brillan.
Ignorándola.
II.
Nombres.
Sobran nombres.
Nombres para los astros sordos.
Solo entonces los llamamos.
Apuntamos hacia ellos.
Les hablamos.
Olvidamos sin embargo.
Que ellos desconocen estos nombres.
Y que esos nombres poco dicen.
Y olvidamos además, por cierto.
Que se trata de astros sordos.
III.
Giran las moscas sobre la carne muerta.
Giran como planetas en torno a un astro.
A veces se acercan hasta ella, sin quemarse.
Entonces, la carne se descompone.
Poco a poco, se descompone.
Lo mismo sucede con los astros.
Ocurre así hasta que su luz se intensifica, justo antes
de apagarse.
A veces decimos que Dios habita en esos astros.
IV.
Astros sordos.
Olvidamos que se trata de astros sordos.
Sin embargo, hay quienes los observan y hasta dicen
escucharlos.
Absortos, los observan.
Entonces, las moscas se acercan, cuando miramos a
los astros.
A veces, de tanto mirarlos, nos convertimos sin
notarlo, en carne descompuesta.
V.
¿Gritan los astros cuando les arrancan la luz?
¿Y si gritan?
¿Hacia quien gritarían?
¡Pobres astros…!
¡Sordos e insensatos…!
No escuchan a las moscas revolotear sobre la carne
descompuesta.
¡Millones de moscas, revoloteando sobre carne
descompuesta…!
Y a veces decimos que el alma habita en esa carne.
No hay comentarios:
Publicar un comentario