-¿Son medias ruedas o ruedas enteras las ruedas de
los parques? –preguntó F.
-¿Qué ruedas? –dijo L.
-Las de los parques –repitió F.
-Ya escuché eso -dijo L.-, pero no te entiendo.
–¿Nunca has visto esas ruedas en las que los niños
juegan… en los parques?
-No recuerdo, en realidad…
-Esas que parecen enterradas hasta la mitad… de las
que sobresale media rueda en la superficie…
-Ah, esas ruedas…
-Sí, esas.
-¿Qué pasa con ellas?
-Te preguntaba si son medias ruedas o ruedas
enteras, enterradas… ¿qué crees tú?
-Ah, pues esas… Yo creo que son ruedas enterradas…
Mitad bajo tierra y mitad en la superficie… Es lo más lógico.
-¿Lo más lógico?
-Claro.
-¿Y no será más lógico partirlas…? Lo digo porque
así habría el doble…
-Pues no sé… No creo… ¿cómo las afirman si las
parten?
-¿Cómo las afirman?
-Sí… para que jueguen los niños… para que estén
firmes, me refiero, y no se caigan…
-Hmmm…. En realidad, no lo había pensado…
-Pues hay que pensar eso… necesitan tener la mitad
bajo tierra… como si fueran raíces…
-¿Para estar firmes?
-Claro… es bueno estar firme, después de todo… o que
las cosas al menos estén firmes…
-¿Para qué? -preguntó F.
-Pues no sé… -dijo L.-. Supongo que para que los
niños que jueguen en ellas estén en movimiento.
-¿Cómo una especie de contraste?
-Pues sí… digamos que sí, más o menos… para no discutir.
-¿No discutimos entonces? -preguntó F.
-No.. No es necesario -contestó L.
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