Hace muchos años un hombre chino me enseñó a podar
los árboles.
No hablaba español, al igual que su familia, por lo
que podaba primero él mismo, para servir de ejemplo.
Más o menos aprendí.
El hombre chino vivía con su esposa, también china,
y con la madre de ella, en una cabaña, cerca de Osorno.
También vivía con ellos un niño pequeño, que se
llamaba Shui, y que era el único que hablaba un poco de español.
Estuve varias veces en su casa y me llamaron la
atención varias cosas.
Entre ellas, la forma en que el niño jugaba con unas
figuras de superhéroes.
Y es que al manipular las figuras de aquellos que
supuestamente volaban -piensen en Superman, por ejemplo-, el niño las apoyaba
siempre en algo, para imaginarlos volar.
Es decir, por más capa y superpoderes que tuvieran,
el niño debía poner bajo ellos una nube, por ejemplo, o hasta un ave de
plástico, para justificar su vuelo.
-¿No puede volar Superman por sí solo? -le pregunté
a Shui.
Él me miró sin entender.
-¿No puede volar sin ayuda? -le intenté explicar
mostrándole el pájaro de plástico que ponía debajo del superhéroe.
-La naturaleza está, no ayuda -me contestó el niño,
mientras volvía a jugar.
Como debe haber notado que no entendí, volvió a
hablar.
-Superman sí puede volar solo -me dijo, mientras me
pasaba la figura cuidando de poner bajo ella el pájaro de plástico.
-Pero mira -le dije, quitando el pájaro de debajo
de Superman-. Si el pájaro no está… ¿Superman vuela o no vuela?
-La naturaleza está -alegó Shui mostrando el pájaro
que y había dejado en mi otra mano.
-Pero sin la naturaleza bajo él, se cae… -insistí.
-Nosotros también -dijo Shui, tocando el suelo-. La
naturaleza está.
Mientras pensaba si lo que me dijo fue lo que
entendí, le devolví la figura de Superman y el pájaro de plástico, que él
volvió a poner debajo, haciéndolos volar.
-Sí vuela solo -me dijo, como despedida.
Yo le di la razón, y me fui del lugar.
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