I.
Dicen que tiraron panfletos los que quemaron la
tienda de disfraces.
Yo no vi ninguno, por cierto, pero eso es lo que
escuché.
No contenían acusaciones contra los dueños de la
tienda, sino contra el concepto mismo del disfraz.
Como me pareció algo interesante pregunté a varios,
sobre el contenido específico de los papeles, pero nadie supo explicarlo bien.
Además, entre detectives y policías se los llevaron
todos finalmente, supongo que para buscar pistas.
Eso es lo que me contaron, al menos.
II.
Yo me enteré de todo cuando fui a comprar, por la
mañana.
Pasé entonces por fuera de la tienda y vi los restos
del incendio.
Había escuchado las sirenas de los bomberos en la
noche, pero pensé que era un poco más lejos.
El olor insoportable, en todo caso.
Por lo mismo, pasé rápido frente al lugar, aunque
vi que igualmente unos niños buscaban rescatar algunos restos.
Uno tenía retazos de una capa y un bastón.
Otro había encontrado los restos de una peluca y fragmentos
mojados de un traje de payaso.
Yo me detuve a observar.
La luz de la mañana iluminaba el lugar y podrían
haberse sacado unas buenas fotos de todo aquello.
No tomé ninguna, en todo caso.
III.
No salió en las noticias el incendio de la tienda.
De todas formas, fueron durante el día muchas personas
y acordonaron el lugar.
Luego, estuvieron analizando los restos hasta que
oscureció, prácticamente.
Vistos desde lejos, podías pensar que aquellos que
investigaban eran también personas disfrazadas.
Un par de bomberos, unos cuantos carabineros, otros
tipos vestidos de azul y con mascarillas.
Todos parecían disfrazados, a la distancia.
Mientras observaba, pensaba también que, si un
bombero y un carabinero intercambiaban sus trajes, nadie sabría nunca quiénes
eran realmente.
Eso era algo que me angustiaba, ciertamente, aunque
no sabría explicar por qué.
Concluí entonces que la idea del fuego no era tan
mala, después de todo.
No llegué, sin embargo, a otras conclusiones.
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